16 años no es maldición
Benja nació el 28 de mayo de 2001. Fue en la clínica Santa María, que en ese momento era solo un edificio antiguo de seis pisos. Desde allí se veía la cordillera sin torres gigantes que alteraran el paisaje. No existía la autopista Costanera Norte y sus abuelos fueron a conocerlo en la micro 330, que estaba pintada de amarillo y donde se le pagaba directamente al conductor y en efectivo.
En ese entonces, los partidos de la liga chilena los daba una señal de cable llamada Sky, una compañía del magnate australiano Ruperth Murdoch, quien compró los derechos en una cifra nunca antes vista. A nadie se le había ocurrido aún inventar un Canal del Fútbol. Sky tenía un joven y talentoso relator que usaba sus dos nombres: Claudio Rodrigo Palma.
Colo Colo tenía su sede en la calle Cienfuegos y alternaba administraciones entre Peter Dragicevic y Eduardo Menichetti. La U, que técnicamente se llamaba Corfuch, tenía su cuartel de operaciones en la calle Campos de Deportes, al lado de una escuelita. Entrenaban cerca de ahí, en el Caracol Azul, a un costado del velódromo del Estadio Nacional.
No existían las sociedades anónimas deportivas, porque los clubes no habían quebrado aún. Los árbitros vestían de riguroso negro y era asesorados por unos señores llamados guardalíneas. Los arqueros utilizaban camisetas de manga larga y era una rareza que un futbolista no usara zapatos oscuros.
El videojuego de fútbol de moda cambiaba de nombre de Winning Eleven a Pro Evolution Soccer (PES) y el personaje favorito de los niños era un ogro verde, feo y maloliente con un nombre muy extraño: Shrek
Si hay algo que al Benja le enfurece es no haber podido ver nunca en su vida a la U ganar en el Estadio Monumental. En rigor, tenía cuatro meses de vida cuando Diego Rivarola se trepó en la reja del costado sur a celebrar, pero no pudo gozarlo. La imagen, ícono del pueblo azul, no es la del gol del triunfo ni tampoco muestra a Gokú (es Gohan), pero recuerda una jornada gloriosa y cada vez más lejana.
Benja habla de la maldición desde mucho antes de que Johnny Herrera lo pusiera de moda esta semana. Todos los comienzos de año, toma el calendario del fútbol chileno -que en el 2001 se llamaba fixture- para ver en qué fecha caerá el día maldito, la jornada que lo descompone y amarga.
Cada vez que conversa sobre el tema con su viejo, en busca quizás de una respuesta que le permita sobrellevar el karma, recibe la misma respuesta: "¿Maldición? Tú no sabes lo que es vivir 25 años sin ser campeón".