Hernández
¿Quién salva a quién?
Porque seamos claros, más allá de que el técnico se urja, meta mano en la preparación, embarque a Europa y se entreviste con los principales referentes, los que se van a hundir o sacar a flote la nave son los jugadores
Mientras los principales seleccionados chilenos en Europa dejan atrás el cabreo post clasificatorio y cuelgan en sus redes sociales el festejo de las fiestas patrias, poco a poco van adquiriendo el ritmo que no tuvieron durante la lamentable fecha doble ante Paraguay y Bolivia. En los últimos diez días, Alexis sumó un partido en la Europa League, donde volvió a anotar, y 30 minutos en el clásico londinense frente el Chelsea. Arturo Vidal, a su turno, después de cumplir su castigo de una fecha en la Champions, regresó la titularidad del Bayern en la Bundesliga y fue ovacionado.
Desde Alemania llegó también otra excelente noticia: el partidazo de Charles Aranguiz por el Bayer Leverkusen. Un gol y dos asistencias lo convirtieron en el mejor jugador de la cancha en el triunfo ante Friburgo por 4-0. El motor de Chile como en sus buenos tiempos. Hechos relevantes para la Roja que se juega la clasificación a Rusia a comienzos de octubre.
La otra cara de la medalla vive Claudio Bravo a quién Guardiola le dio una señal concluyente a mediados de la semana pasada cuando alineó a Ederson como titular en la Liga de Campeones pese a que tres días antes salió lesionado con hematomas y un profundo corte en su cara. El capitán de la selección no cuenta para Pep como primera alternativa y deberá calibrar el costo-beneficio que significa permanecer en Manchester. Afortunadamente para la Roja la categoría de Bravo y el profesionalismo con que se entrena permite obviar su inactividad. Su suplencia no es el escenario ideal para Pizzi, pero está lejos de ser un tema prioritario.
Como Chile está en la cornisa se torna imprescindible el seguimiento de los jugadores más determinantes de la Roja. Porque seamos claros, más allá de que el técnico se urja, meta mano en la preparación, embarque a Europa y se entreviste con los principales referentes, los que se van a hundir o sacar a flote la nave son los jugadores. En cinco semanas, -de las cuales ya transcurrieron dos- es poco lo que puede hacer Pizzi. El período clave, que pudo marcar una diferencia significativa, fue posterior a la Copa Confederaciones y coincidió con las vacaciones diferidas de Bravo, Alexis y Vidal, los cambios de equipo de Isla, Medel y Díaz y el menor descanso de Jara, Beausejour y Fuenzalida respecto del resto. Visto a la luz de los acontecimientos, ahí debió haber asomado el timón del técnico, pidiendo con tiempo la reprogramación del Superclásico, estando encima de los que iban a llegar sin fútbol, visualizando relevos adecuados y diseñando una preparación más rigurosa los días previos. La coyuntura lo imponía. No se implementó y el equipo está pagando las consecuencias.
Pizzi aplicó el piloto automático. Trabajó en el estándar habitual. El mismo que le venía funcionando y permitió a Chile cumplir un destacado papel en la Copa Confederaciones. No estuvo lúcido para anticipar la jugada y, desde el ámbito técnico, prever las eventuales complicaciones. El seleccionador nacional siempre, independiente del nombre de turno, es un administrador de realidades, de los momentos futbolísticos de sus jugadores y, en esta pasada, se confió, hizo copy paste, no apretó.
Ahora que el panorama se va recomponiendo y el rodaje de los seleccionados es mayor la expectativa de que el equipo progrese es esperable. Será una consecuencia natural del desarrollo de cada liga y el mejor estado de forma de los nuestros. Son ellos, fundamentalmente, los llamados a salir del embrollo y honrarse a sí mismos como la mejor generación de la historia. Llegó nuevamente la hora de hablar con hechos y no con palabras.
El rol de Pizzi, en lo que le compete, debe ser irrefutable. Su mejor versión. Análisis táctico cabal del nuevo Ecuador –presumiblemente solo integrado por jugadores de la liga local– y un Brasil que convocó a sus máximas figuras y no para de ganar. Así como estamos cada factor es relevante. Macanudo tiene que demostrar su calificación y dejar que los cracks de la Roja hagan el resto. Si algo quedó claro en la fecha de septiembre es que cuando los jugadores andan chuecos y no funcionan como equipo Chile decae ostensiblemente. La ecuación fue muy evidente: los referentes contagian al resto y sacan lo mejor de cada uno, al revés no es igual.
Siempre se pensó que el desmembramiento de la generación dorada, el ciclo cumplido, iba a producirse después de Rusia o la Copa América de 2019. No antes. No había ningún tipo de razón para pensar que los tiempos se podían adelantar. Pero como las clasificatorias de Sudamérica son las más competitivas del mundo y el fútbol es un deporte impredecible, una serie de desafortunados hechos entrelazados desencadenaron la tormenta. Llegó la hora de capearla con los mejores hombres y una nueva carta de navegación o hundirse como el Titanic.