Nadal llega a su décima semis del año tras vencer a Dimitrov

Jugar un gran partido partido y ni siquiera conseguir un break. Firmar unos buenos números y caer. Ver como tu rival, el número uno, te aplaude al despedirte. Eso es lo que le ocurrió a Grigor Dimitrov ante Rafa Nadal, contra el que perdió por 6-4, 6-7 (4) y 6-3 en 2h:32.

El español pisa en el Masters 1.000 de Shanghái su décima semifinal de un año en el que ya ha ganado seis títulos. La jugará este sábado contra Marin Cilic (6-3 y 6-4 a Albert Ramos). El español domina el cara a cara por 4-1 y el croata, número cinco del mundo, será otra prueba de altura en una superficie, la pista dura, en la que las piernas rapidísimas del balear no dan opción a ningún rival desde el 19 de agosto, cuando cayó en los cuartos de final de Cincinnati contra Nick Kyrgios. Encadena 15 victorias seguidas.

Nadal, quien ya había derrotado en tres sets a Dimitrov en la semifinal del reciente ATP 500 de Pekín, aprovechó el único resquicio que abrió el número 9 del mundo en el primer set y logró un break en el noveno juego que le permitió ponerse por delante.

En el segundo, Dimitrov sacó su tremenda calidad y puntos maravillosos, que fueron contrarrestados por un Nadal de un nivel estratosférico. Como “el mejor del año”, lo calificó él después de liquidar a Fognini en cuartos. Se llegó al tie-brek, y el español lo dejó escapar cuando iba 3-0 (4/7). Tocaba sufrir. Pero en el tercero, llegó la rotura en el sexto parcial. El peso del número uno, de su mentalidad a prueba de bombas y esfuerzos, fue demasiado grande.

Nadal, que el año pasado cayó en su estreno en segunda ronda, suma ya 350 puntos más y está de dulce en pista dura. Sobre esta superficie muestra este año un 84% de efectividad (37/7) y ha conseguido dos títulos, el US Open y Pekín. Hacía tres años y medio (Doha 2014) que no lograba un título en dura y el porcentaje de victorias en su carrera es del 77% (418-124). En la reinvención de este año, también cabe brillar en pista dura y en Asia.