Las claves del año de Federer: sin arcilla, raqueta, descanso...
Sólo había ganado dos veces seguidas a Nadal y encadena ahora cinco. Ha parado 155 días, y blindado su revés y saque con una raqueta más grande. Jarry - Schwartzman: Masters 1000 de Roma
Roger Federer nunca había conseguido más de dos victorias seguidas frente a Rafa Nadal en un duelo que se extiende ya a los 38 episodios (23-15 para el español). Pero ahora, a sus 36 años (los cumplió el 8 de agosto), encadena cinco triunfos, cuatro de ellos este año: Australia, Indian Wells, Miami y la reciente en Shanghái, que recorta la diferencia en el ranking a 1.960 puntos y deja abierta la lucha por el número uno hasta el Masters de Londres (12-19 de noviembre). Los dos están apuntados a Basilea y París-Bercy, pero los dos los tienen en el aire.
“No sé nada más de mi calendario. Volveré a Suiza y decidiré lo que juego según cómo me encuentre. Cinco partidos seguidos cansan”, apuntó el campeón de 19 Grand Slam.
Federer, después de perderse en 2016 por lesiones de rodilla y espalda media campaña, ha revivido con un calendario poco cargado. Lleva 48 partidos, 27 menos que Rafa Nadal (75). Diez torneos frente a los 16 del español. Y 155 días de descanso repartidos en parones de un mes entre Australia y Dubai, dos entre Miami y Stuttgart, otro mes medió entre Wimbledon y Montreal, y uno más entre el US Open y Shanghái (con la Laver Cup entre medias). Nadal, de 31 años, ha descansado 115, 40 días menos.
Como ha reconocido Federer, ha sido fundamental saltarse la gira de tierra para concentrarse en la pista dura y la hierba, donde su juego es más determinante. “Evitarle (a Nadal) en la arcilla me ha ayudado. Es más sencillo jugar contra Rafa ahora, no me deja marcado como antes. He caído en muchos partidos con él, especialmente en arcilla. Y sigo creyendo que perdí la final de Wimbledon 2008 por la paliza que me llevé contra él en Roland Garros. Me afectó. Ahora soy capaz de aguantar en pistas rápidas contra él y he podido jugar muy bien”, analizó el helvético.
La vía de agua de Federer contra Nadal estaba en su revés a una mano, percutido hasta la saciedad por el balear. Eso ha cambiado. En parte porque el suizo, ganador este año en Australia y Wimbledon, asumió el riesgo de cambiar de raqueta. La cabeza de su Wilson es más grande y el marco más grueso. Eso le ayuda, si llega un poco tarde, a pasar la bola. Además el peso es menor (unos 360 por los 400 gramos de antes) y ha reducido las cañas, errores al golpear con el marco.
“Saco mejor y de forma más consistente (en la final de Shanghái ganó un juego en 52 segundos y sólo perdió ocho puntos sirviendo). Tengo más potencia con esta raqueta más grande y conecto mejor el revés (11 de sus 28 golpes ganadores que endosó a Nadal vinieron por ahí). Antes debía usar el cortado mucho más. Era difícil golpear varias bolas seguidas de revés, algo que ahora no es un problema”, explicó.
La ATP permite, además, a los jugadores que reúnan las condiciones de ser mayor de 30 años, acumular más de 600 partidos y llevar 12 años en el circuito saltarse la obligatoriedad de disputar los ocho Masters 1.000 ineludibles. Federer se ha fabricado un traje a medida para seguir en la brecha. Y le sienta como un guante.