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SUNS 130-LAKERS 132

Primer gran show de Lonzo Ball en victoria de los Lakers

El base se rehizo tras su mal primer partido y dirigió junto a Ingram el triunfo ante unos débiles Suns que pudieron forzar la prórroga.

Actualizado a
Primer gran show de Lonzo Ball en victoria de los Lakers
Christian PetersenAFP

Cuando juegan equipos malos, los partidos suelen ser malos. Aunque a veces divertidos. Y en su primer partido antes de este duelo directo, Suns y Lakers dieron una imagen lo suficientemente calamitosa como para pensar que, cada uno en un estadio diferente de sus respectivas reconstrucciones, todavía no serán buenos equipos. Ganaron los Lakers (130-132) en un partido que casi no gana nadie, con unas defensas con tramos bochornosos y un final que rozó el vodevil: de tener la victoria en el bolsillo (122-130 a 90 segundos del final, 127-131 a 10) a depender de los tiros libres de TJ Warren, que falló en el último segundo (el segundo a propósito, a la desesperada). En fin: los Lakers no ganarán por ahora a casi ningún rival de la zona noble de la liga y los Suns no ganarán a ninguno. O a casi, casi, casi ninguno (hay noches extrañas en a lo largo de una Regular Season).

Los Suns siguen teniendo a Tyson Chandler (35 años y ninguna misión en un equipo como este) y a Eric Bledsoe, que debería llevar ya tiempo traspasado por su bien y el de la reformulación de su equipo. El base anotó 17 puntos en el último cuarto (28 en total), penetrando a su antojo porque el único buen defensor exterior de los Lakers, Brewer, estaba haciendo un buen trabajo sobre Devin Booker (de más a menos: 15+11+8). Después de la horrorosa, HORROROSA, imagen de su estreno ante los Blazers, los de Arizona perdieron la ocasión de desquitarse. Un poco al menos. Josh Jackson anotó 12 puntos y casi no hicieron nada Bender, Chriss y Len. Mala cosa.

Pero fue el partido de Lonzo Ball, claro. En estos tiempos de análisis al segundo y exceso en las reacciones, ha pasado de pufo por su sufrimiento contra un perro de pesa (y rabioso) como Patrick Beverley en su primer partido NBA con 19 años a estrella garantizada porque se quedó a una asistencia (la tuvo: fallaron mucho sus compañeros) del triple-doble más joven de la historia (LeBron sigue con el récord, 20 años y 20 días). Todo eso en back to back: 29 puntos, 11 rebotes, 9 asistencias. La cuestión es que Lonzo es bueno, muy bueno. En muchos escenarios lógicos, será una estrella. Quizá una de las verdaderamente grandes. Lo normal también es que experimente dolores de crecimiento. Y lo anómalo que se emita un veredicto loco sobre él después de cada jugada. Al menos se lo toma con calma: “Hice lo que tenía que hacer para que ganáramos. No me cuesta aprender, de hecho aprendí mucho ayer después del primer partido. Quería ser más agresivo, tirar más. Pero sé que si mañana vuelvo a jugar mal se dirá otra vez que voy a ser un bluf”.

Lonzo jugó muy bien. Contra un equipo muy malo… pero emparejado casi siempre con un muy buen jugador como Bledsoe. Pocas veces encontrará una defensa tan dócil y tan incompetente en el pick and roll, lo que abrió de par en par las puertas de su juego. Pero el caso es que se le presentó una buena oportunidad y la aprovechó. En la primera parte movió al equipo a muy buen ritmo y metió los tiros exteriores cuando los defensores se hundían tras los bloqueos. Eso, fundamental, abrió la baraja y le permitió ganar finalmente el partido a base de lectura, adaptación y penetraciones: 8 puntos en poco más de dos minutos casi al final y para amarrar el triunfo antes de la carga final de los Suns.

Los Lakers no habían metido 132 puntos sin que mediara prórroga desde hacía nueve años. Culpa de los Suns, sí, pero también de Lonzo y de Brandon Ingram, que durante tres cuartos jugó su mejor partido en la NBA con la naturalidad anotadora que le falta otras noches (por dentro y por fuera, récord de su carrera: 25 puntos con un 9/14 en tiros). En el último cuarto solo anotó un tiro libre (y falló el otro, el que permitió la opción final de Warren) pero en general dejó también una sensación muy satisfactoria. Como Kuzma: 15 puntos con un solo fallo (6/7). El resto, a la espera de la muy necesitada seriedad defensiva de Caldwell-pope, lo pusieron Brook Lopez (19+11) y un Nance con errores al final pero muy intenso siempre (14+6). Y los Lakers ganaron. De milagro y ante un rival muy, muy débil. Pero ganaron. Y, sobre todo, apareció Lonzo.