LA ROJA
El día que Chile regresó a un Mundial después de 15 años
El 16 de noviembre de 1997 el país se paralizó, la venta de entradas fue un caos, Iván Zamorano se emocionó al no poder jugar por lesión...
El 16 de noviembre de 1997 fue domingo, Santiago amaneció despejado, y era posible ver en cada casa, en cada edificio, banderas chilenas. El patriotismo, común en Chile en otras fechas, tenía justificación. Esa tarde La Roja se jugaba ante Bolivia la opción de volver a una Copa del Mundo después de 15 años de ausencia.
Durante ese fin de semana no se hablaba de otra cosa en el país. La larga espera desde 1982 había generado un fervor y pasión que quedó retratado en los miles de hinchas que acamparon en las afueras del Estadio Nacional para obtener una entrada, y que terminó en peleas con carabineros, luego que sólo se vendieran 10 mil de las 30 mil localidades disponibles.
En la concentración del equipo dirigido por Nelson Acosta en Juan Pinto Durán, evitaban sumarsa a la locura anticipada, pero sólo a medias. "No muestren la piel del oso antes de cazarlo", advertía Javier Margas, con su cabeza pintada como una bandera chilena. Iván Zamorano reconocía que no llegaba al partido por una lesión, y Marcelo Salas asumía el liderazgo.
"Estuve dos años esperando este momento y no voy a poder jugar. La gente no se imagina los sentimientos encontrados que padezco, porque me alegra que Chile pueda ir al Mundial, pero me da mucha pena no ayudar desde adentro de la cancha", confesaba Bam-Bam. "Asumo la responsabilidad. Me gusta, no pesa", decía el Matador, figura en River Plate.
El bus de la Roja llegó al estadio acompañado por miles de personas en las calles, y un operativo policial sin precedentes: 1.400 carabineros en el estadio, 9 mil en diferentes barrios de Santiago, y 35 mil efectivos acuartelados en todo el país. En caso de clasificar la fiesta ya estaba armada: la vuelta olímpica en el Nacional, los festejos en Plaza Italia.
El partido comenzó exactamente a las 17:00 horas, y la tarea fue mucho fácil de lo esperado. Rodrigo Barrera despejó los nervios, después de eludir al portero Carlos Trucco, y anotar el primero. Luego, antes del descanso, Marcelo Salas volvió a batir al arquero boliviano y encaminó la tarea.
La segunda mitad fue una fiesta. En el Estadio Nacional, y en cada barrio del país se entonaba el himno nacional o un ceachei. El gol de Juan Carreño fue para muchos el último desahogo, la certeza de tiempos mejores. El pitazo final Wilson Mendonca Souza el inicio de una fiesta que se extendió durante horas, y que comenzó con cinco aviones de la FACH pasando por encima del recinto de Ñuñoa.
El presidente Eduardo Frei felicitó al equipo, y llamó al país a festejar en paz y armonía. El técnico Nelson Acosta no dudó en adelantar la tarea. "Hasta la segunda rueda. Esa será nuestra meta: clasificarnos para los octavos de final", decía emocionado. Mientras, la gente ya hacía cálculos: pagando en 24, 48 cuotas, alcanzaba para ir de Santiago a París. Mientras, el país empezaba a disfrutar una hazaña que se demoraría 12 años en repetirse.