Una bebida energética (mexicana) para aguantar 700 km
El pinole es la bebida a base de maiz y agua que utilizan en la Sierra Tarahumara mexicana para recorrer hasta 700 km sin cansarse, aporta antioxidantes y energía.
Con motivo del día Mundial de la Gastronomía Mexicana se celebró en Madrid hace unos días una degustación de productos de la Sierra Tarahumara, en el Estado de Chihuahua. El lugar donde los autóctonos son capaces de aguantar jornadas exhaustas caminando sin apenas esfuerzo. ¿Cómo? Por la gastronomía.
Hablamos con la investigadora gastronómica Rita Sánchez Martínez, quien nos da las claves de esta gastronomía mexicana. “La base de la alimentación de los rarámuris es el maíz, una de las maneras que más lo consumen es de la siguiente forma: éste se dora un poco y se muele dando como resultado una harina de maíz”, nos cuenta.
Más que una bebida energética
A esta tosta de maíz se le añade una bebida que toman diariamente, “con tan solo dos cucharadas soperas del pinole en un vaso con agua”, explica a Deporte y Vida, “los rarámuris logran marcas alucinantes.
“Con esta bebida ‘energética’ pueden caminar de una comunidad a otra, recorriendo kilómetros sin parar de día y de noche sin agitarse, para ellos tomar esto es algo muy natural y normal en su día a día, además de la energía que les proporciona, sacian el hambre y les quita la sed”, nos explica en detalle.
El pinole es un alimento prehispánico de Mesoamérica. En México, se elabora tradicionalmente a base de harina de maíz endulzado con azúcar. La importancia del Pinole para los corredores Tarahumara es clave, es su dieta y la base de su alimentación.
Los Rarámuri no estiran ni calientan. No toman ninguna bebida procesada, rica en electrolitos y sobre todo en azúcares. Tampoco consumen barritas energéticas cargadas de proteínas.
Una protagonista histórica
La historia de María Lorena Ramírez, quien corrió más de siete horas en sandalias y sin entrenamiento al uso fue conocida en todo el mundo tras ganar un ultra trail en chanclas. La dieta a base de pinole y tesgüino lo hizo posible. Fueron siete horas de carrera por la montaña.
“Ellos corren maratones nacionales e internacionales con su vestimenta cotidiana, en el caso de las mujeres sus vestidos llegan a pesar un kilo, no utilizan crema protectora y como si fuera poco la suela de las sandalias es de neumáticos, algunos llegan incluso a correr descalzos”, nos cuenta
Está claro que la adaptación al entorno es el mejor de los entrenamientos.