El ídolo también es ciudadano

La elección presidencial arrojó resultados inesperados, sorpresivos. Nos confirmó que el mapa político ha cambiado definitivamente y que a las encuestas les queda poco de oráculos. La clase política tradicional fue castigada duramente por electores empoderados, que exigen a los postulantes probidad y decencia. Y a sus pares, que participen.

Claudio Bravo, en todo su derecho de no querer votar, envió un mensaje que tuvo respuesta dura de parte de los fanáticos, quienes le reprocharon duramente por no participar en el inédito proceso de votación en el extranjero. Y también al resto de los futbolistas que milita en el exterior y que no se manifestó.

Esteban Paredes no tenía idea que era vocal de mesa. Lo más fácil era echarle la culpa a las mal comunicadas designaciones de última hora del Servel, pero agachó el moño. El capitán de Colo Colo entendió que los tiempos son otros y demostró un humilde y espontáneo arrepentimiento. Va a pagar la multa en el juzgado de policía local y prometió estar contando votos el 17 de diciembre próximo en Maipú.

Pese a que solo votó el 45 por ciento del electorado disponible, la actitud es evidentemente diferente. Ya no es moda ser antisistema. Ya no es taquilla no estar ni ahí. La condición de ídolo no exculpa los derechos como ciudadano.

César Cortés pidió que no metan a todos los futbolistas en el mismo saco. El zurdo nivela para arriba y, a diferencia de otros tiempos, no siente vergüenza de ello. Al igual que Luis Pavez, compañero suyo en el Santiago Wanderers campeón de la Copa Chile, quien fue vocal de mesa.

Dos atletas se convirtieron en diputados. Una fondista y un velocista, con un interesante número de preferencias en Santiago Noroeste, circunscripción donde ilustres políticos de trayectoria cayeron inapelablemente. Erika Olivera y Sebastián Keitel triunfaron en una pista que no les acomoda y acarrean una inédita representación de ex deportistas al Congreso.

Algo está cambiando...