Un buen año para Unión
A pesar de no ser campeón y de los dos últimos partidos contra Universidad de Concepción, Unión Española sacó cuentas alegres. Considerado uno de los equipos grandes de Santiago, logró pelearle el titulo a Colo Colo hasta la última fecha, hasta los últimos 25 minutos para ser más exactos, generó elogios del mundo del fútbol por tener claridad a lo que juega, por definir un estilo y por justificar la incorporación de Martín Palermo como su entrenador. La despedida tras el partido de Everton, con 8.500 personas aplaudiendo al equipo, con varios jugadores llorando, dejó una gran sensación ambiente: Unión va a darle la pelea a todos.
¿Por qué Unión fue capaz de pelear arriba? Porque no tuvo miedo. De partida, Palermo renovó al 70 por ciento del equipo y trajo jugadores que hoy son vistos como calados. No olvidemos cómo el hincha hispano arrugaba la nariz cuando escuchaba los nombres de Ramiro González, Santiago Galucci o Israel Poblete, por nombrar algunos. Hoy, nadie, pero nadie, cuestiona el scouting de Palermo y la gerencia deportiva de Unión por ir a buscar jugadores desconocidos que le dieron un gran valor al club, con profesionalismo a toda prueba, manejo táctico para adaptarse a los momentos y una identificación con los colores rojos que llama la atención hoy.
Muchos hinchas recuerdan las duplas inolvidables de Unión, como Mario Lucca y Perdomo o Sierra y Jérez, por citar solo a un par. Hoy tienen a Pizzorno y Galucci o a Aránguiz y Hauché, que han sido hallazgos. Lo mejor de Unión Española fue armar un equipo sólido, no llorar por la partida de Pinares (¿cuántos apostaron por el derrumbe del equipo cuando el zurdo se marchó?) y mirar hacia adelante, sin miedos, un sello de su cuerpo técnico.
Palermo fue un jugador sobresaliente, con una gran personalidad y un tanto díscolo, pero como entrenador es otro. Callado, mesurado, analítico, sin salirse de madre, Martín Palermo no vive de su éxito como goleador histórico de Boca Juniors y emblema del club (en su casa tiene el arco de la Bombonera, que se le regalaron para su despedida), sino que construye su reputación como adiestrador día a día, sabiendo que debe responder a todo lo que fue como delantero.
En eso, Palermo ha avanzado mucho en Chile. Cada día genera más adhesión en sus jugadores, en los hinchas y en el medio, y es la gran carta de técnico para otros equipos grandes de Chile, que valoran que con menos presupuesto logró ser protagonista y cómo logró un sello en Independencia. Nadie en Santa Laura duda que Martín Palermo dejará algo más que buenas campañas y eso demuestra que es un técnico en formación, pero con avances que demuestran su capacidad.
Sin embargo, lo más importante del trabajo de Unión Española es que, a pesar de jugar un fútbol distinto al que habitualmente está habituado el hincha hispano (lujos, enganches y buen trato de pelota), ha podido reencantar a su gente con una propuesta muy marcada: pese a los errores de los últimos partidos, el Mono Sánchez recuperó su nivel que lo tuvo largas jornadas con la valla invicta, una defensa bien parada y una salida rápida con los volantes. Una de sus deudas fue no tener una gran cuota de gol, la que sólo encontró con un Gustavo Canales imparable y decisivo en los tramos necesarios.
La gente de Unión entiende que el equipo juega a lo que tiene que jugar y a lo qué tiene a la mano. Y en eso Palermo no se engrupe con inventar la rueda. Si no hay punteros, no existe el 4-3-3. Si hay que salir a buscar el partido, lo hace con sus bloques de forma inteligente y también echando mano al talento. Tuvo como enganche a Rivas en el primer torneo a su cargo y entendió que Pablo Aranguiz era diez veces más. Si Galdames tenía que ir a la banca, lo hacía. Un plantel chico, pero competitivo, que sabe que nadie tiene asegurada la camiseta.
No existe la palabra proceso en el diccionario de Martín Palermo. Sin embargo, el técnico argentino está liderando un tiempo de trabajo similar al de José Luis Sierra, en el cual no cabe la opción de un cambio en la banca. En silencio, Unión camina, cada día más cerca a ser campeón, sabiendo sus limitaciones, pero volviendo al peso de su historia. Un equipo de tradición que no te regala nada y que siempre deja una buena sensación con sus campañas.