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Una noche mágica de 2017

El 2017 dejó un sabor amargo. La eliminación de Chile de la Copa del Mundo duele, por la forma y por el fondo. Porque no hay cómo explicarla, salvo hablar de desperdicios y farra, y porque priva a la generación más gloriosa del fútbol chileno de disputar su tercera Copa del Mundo consecutiva. La idea no es alargar este harakiri que, a través de los años, seguirá sin tener una explicación sensata.

El 2017 también dejó cosas buenas. Por fin el básquetbol chileno nos ilusiona con logros grandes a nivel internacional. El tenis tiene tres Top 100, uno en singles y dos en parejas. Las pesas, el remo y el atletismo juvenil nos regalaron esos escasos títulos mundiales que tanta falta hacen por estos lados. Y el golf tiene un par de diamantes en bruto para tener en cuenta.

El gran momento de este año, a mí parecer, ocurrió en la Arena Kazán de Rusia, el 27 de junio. Allí, Claudio Bravo cuajó la mejor actuación de su vida al contener tres penales en la definición por el paso a la final de la Copa de las Confederaciones ante Portugal, el campeón de Europa.

Lo de Bravo estuvo dentro de lo más glorioso hecho por portero alguno en una tanda desde los 12 pasos. Antes que él, solo el portugués Ricardo y el italiano Buffon habían parado tres lanzamientos. Y por sobre ellos, solo estuvo el sobrenatural rumano Helmuth Duckadam, quien contuvo cuatro en la final de la Copa de Campeones de Europa de 1985-86, donde  el Steaua de Bucarest venció al Barcelona.

Lo de Bravo fue glorioso. Contuvo los lanzamientos de Quaresma y Moutinho (ambos a media altura y a su derecha) y a Nani (arrastrado a su izquierda). En los dos primeros reaccionó por instinto y adivinó el lado. En el tercero, esperó sin moverse las tres frenadas del ejecutante y se lanzó en dirección de la pelota.

Minutos antes, Bravo le había dado una arenga a sus compañeros que fue captada por la spidercam del estadio y capturada por los micrófonos ambientales. Con ella logró conmover a los millones de chilenos que lo vieron por televisión y consagrarse como líder de esta generación.

Si hasta ese día no se podía decir con certeza quién era el mejor arquero de la historia de Chile, las dudas se disiparon a favor de Claudio Bravo. El portero de Viluco se convirtió en portada de los diarios deportivos del planeta. Su jornada mágica logró que el mundo se rindiera ante su talento. Una noche que en Chile será recordada y venerada por los siglos de los siglos. Y Kazán, al igual que otras ciudades donde hubo hazañas del deporte chileno (por ejemplo: Kobe), será un nombre inolvidable. Para mí, fue el mejor momento del 2017.