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La última semana de enero está agendado el debut de Wanderers y Universidad de Concepción en la fase previa de la Copa Libertadores. Colo Colo y la U, a su turno, harán su estreno a fines de febrero y mediados de marzo, respectivamente, ya que como campeones de 2017 están clasificados a la fase de grupos. Los dos primeros deberán someterse a emparejamientos de eliminación directa mientras que albos y azules tienen asegurado un mínimo de seis partidos, tres de éstos como local. ¿Cuál es el denominador común? Ninguno de los cuatro equipos chilenos va a tirar la casa por la ventana para potenciar su plantel.

Lo de Wanderers y Universidad de Concepción era previsible. Se están reforzando en función del torneo local y no pensando en la Libertadores precisamente. A los caturros su historia le demanda volver lo antes posible a primera división más que dar un batacazo en la copa mientras que el equipo del campanil sabe que tiene un cruce durísimo en Vasco da Gama como para reventar la chequera. No sería lógico ni financieramente serio de su parte.

En panorama, a fin de cuentas, es fiel reflejo de la realidad del fútbol criollo: los equipos chilenos no tienen cómo competir presupuestariamente con los principales clubes de Brasil, Argentina y Colombia. Muchos terminaron 2017 con números rojos y sus dueños haciendo aportes de capital o, en algunos casos, encalillándose -aunque ya no a través de los factorings porque está prohibido sino mediante préstamos personales a sus dueños-. El estado financiero de los clubes es público, el informe de la Superintendencia de Valores y Seguro no miente, el déficit es evidente. En este modelo, la venta de jugadores es crucial. El patio de algunos vecinos en Sudamérica es más verde y hay que asumirlo nomás.

Volviendo a la copa y, en particular, a Colo Colo y la U, el Cacique resolvió invertir bastante más que el cuadro de Hoyos, pero no está para hacer locuras. Quedó demostrado en la negociación con Lucas Barrios porque más allá de la controversia Blanco y Negro le ofreció un contrato realista, que no hipotecara las arcas del club. Los albos van a gastar íntegramente los casi dos millones de dólares que otorga la Conmebol por participar en la Libertadores, más un delta derivado del nuevo auspiciador principal y, de paso, apuestan llenar el estadio en sus tres partidos como local para financiar, en parte, el aumento de la plantilla. Hasta ahí llegan. En Macul están jugados por armar un plantel más competitivo, pero con responsabilidad.

En ese contexto, siguen las tratativas por Carlos Carmona y hay gestiones en curso por Macnely Torres. Eso, sin contar el festival de mails que han llegado a las oficinas del Estadio Monumental con la esperanza de que alguno de esos delanteros sea del gusto de Pablo Guede. Ahora, en esa coyuntura, ¿por qué mejor no darle la confianza a Octavio Rivero? El uruguayo fue clave en la obtención de la estrella 32 y se va a jugar la vida por hacer un gran torneo si el técnico argentino lo confirma como titular. Puede ser una oportunidad de oro para que dé el salto a Europa o México y, adicionalmente, para que Colo Colo equilibre sus finanzas a fin de año.

El Cacique tiene una deuda que se extiende por una década sin superar la fase de grupos de la copa y disponer una llave para meterse en cuartos de final. Esta temporada, la tarea de visualiza abordable y, con un par de refuerzos de categoría, debería tener más opciones de, al menos, meterse en octavos de final. Igual, esto es fútbol, y cualquier cosa puede suceder.

En la U está claro que el desembolso será controlado. La venta de Felipe Mora, a mediados de 2017, ayudó muchísimo en el ejercicio contable y, por eso, en el CDA veían con buenos ojos el interés de Independiente por Jean Beausejour. En estos años, Carlos Heller ha debido hacer aportes de capital por varios millones de dólares y recién la temporada anterior, gracias a la partida del goleador al Cruz Azul, llegó el equilibrio. Es así y, de seguro, muchos hinchas no solo no lo entienden sino que se molestan cuando hay baja inversión en refuerzos.

¿Es posible gastar más de lo que se genera? ¿Y traer jugadores de alto costo apostando a avanzar en la Libertadores? Obviamente, pero qué pasa si después no se cumple el objetivo. Porque por mucho que se invierta los clubes locales siempre irán de atrás respecto de los grandes del continente. ¿Cómo competir entonces? Bueno, ahí está la mano del técnico y se torna determinante que los principales referentes de cada equipo estén realmente a la altura de su cartel. Ambos factores, más hacerse fuerte de local, son clave en la Copa. El resto, mientras tanto, trae de vuelta a Tevez o contrata a Armani. Contra eso hay poco que hacer.