New Orleans Saints 31 – Carolina Panthers 26
Saints vencen dramáticamente a Panthers en un partidazo loco
Brees dio un festival de pases increíble, pero Cam Newton devolvió golpe por golpe para mantener a su equipo vivo hasta el final en un choque fabuloso.
Antes de empezar a escribir, tengo que dejar claro que, como casi todos vosotros, me senté a ver el Saints-Panthers minutos después de que se perpetrara el Jaguars-Bills, mejunje que me tragué enterito como un campeón y rebañando el plato. Así que cuando llegó el kickoff inicial y empezaron a pasar por delante de mi manjares exóticos, jugadas de Cam Newton con forma de cola de langosta, recepciones imposibles de Michael Thomas con sabor a caviar iraní, carreras de Jonathan Stewart con aroma a solomillo, acciones de Ingram y Kamara para chuparse los dedos y presión defensiva plagada de especias, me transporté a un restaurante de tropecientas estrellas Michelin en el que el balón ovalado salía de la cocina de cada snap sorprendiendo a todos los comensales.
El partido fue desde el primer momento de toma pan y moja. Pero con sorpresas agradables entre platos, como la de Ted Ginn de 80 yardas para touchdown, que el receptor ya se ha acostumbrado a regalarnos cada domingo explosiones de sabor que llenan nuestros sentidos y nos hacen la boca agua.
Pero el plato estrella durante la primera mitad, fue la cabeza y el brazo incorrupto de Drew Brees, capaz de hornear jugadas milagrosas en una sucesión imposible de pases completados, lecturas prodigiosas y decisiones inmejorables. Manjares adornados y sazonados con gusto que nos arrancaban carcajadas de placer minuto tras minuto.
Los Panthers se ahogaban en la orilla
Aunque seamos justos. El maravilloso menú no hubiera sido posible si los Panthers no hubieran olvidado las malas digestiones de los dos enfrentamientos anteriores, en los que fueron vapuleados, para poner toda la carne en el asador dispuestos a amargarle la cena a todos los aficionados de los Saints.
Newton, agresivo, concentrado y muy serio, con mucho picante y sin aperitivos gratuitos, empezó el partido enchufado y muy bien acompañado por un Jonathan Stewart que en muchos momentos recuperó el gusto exquisito de sus mejores momentos y puso en graves apuros a la defensa rival. Sin embargo, todo el buen trabajo de la cocina de los Panthers se echaba a perder en las últimas yardas, cuando la sartén empezaba a oler a quemado y a sus receptores se les caían pases sencillos de digerir. Ingredientes sin los cuales era imposible el touchdown. Solo Greg Olsen y McCaffrey llegaban siempre puntuales a la cita, pero, al fin y al cabo eso no fue suficiente.
Touchdowns contra field goals
Y así, durante los dos primeros cuartos, mientras los Panthers se ahogaban en la orilla, y tenían que conformarse con un piscolabis de Gano en forma de field goal, los Saints respondían con un festival de Brees para chuparse los dedos. Series ofensivas de chief de alto copete. Delicatessen. En un toma y daca tan injusto, los Saints anotaban touchdowns, de Ted Ginn, de Hill y de Line, que solo eran respondidos por patadas de Gano que parecían un premio muy corto para la bien que lo estaban haciendo los Panthers a campo abierto. Como único consuelo, el 21-9 que marcaba el marcador en el descanso no era una distancia insalvable. Podía enjugarse con un buen segundo plato, o incluso en los postres. Doce puntos no tenían por qué atragantarse con dos cuartos por delante.
En el tercer cuarto continuó el festín de buen juego de ambos equipos, cuyas defensas también dejaron un buen sabor de boca, porque ambas fueron siempre pegajosas, agresivas, y los éxitos de los rivales tuvieron más que ver con aciertos ofensivos que con errores defensivos. De hecho, tras la reanudación ambos ataques perdieron mucha frescura, y aunque las grandes jugadas seguían salpicando el mantel, ambos equipos tuvieron que conformarse con sendos field goals (24-12). La de los Saints había convertido su red zone en zona de hambre con su velocidad endiablada. Comida rápida resultona cuando no hay tiempo para más. La de los Panthers también tuvo más éxito que en la primera mitad, en ningún momento dejó que la dupla Ingram-Kamara se pegara los atracones de otras ocasiones y, sin la ayuda del backfield, dejó sin ideas a Brees para inventar nuevas recetas.
Cam Newton termina atropellado
El último cuarto de la comilona prometía emociones muy fuertes. Si Olsen había sido el ingrediente que había sazonado el guiso de los Panthers durante todo el partido, en los minutos finales multiplicó su sabor para anotar un touchdown sensacional que dejaba a su equipo 24-19 a menos de una anotación. Los Saints que durante todo el partido habían disfrutado del convite sin contención, comenzaron a sentir acidez de estómago. Cam Newton no es plato de gusto en los minutos finales, porque con su genio es capaz de cocinar manjares en tiempo récord cuando parece haberse acabado la materia prima.
En la primera serie en que Newton tuvo el balón para un drive de remontada, recibió un sack de Davison y luego fue atropellado por Onyemata. El golpe fue imposible de digerir y el quarterback tuvo que irse a la banda a reponerse. Los Saints aprovecharon la ocasión para recuperar el control de la cocina. Drew Brees se puso el delantal de las grandes ocasiones, primero lanzó un pase indigesto para sus rivales a Coleman y, de inmediato, otra exquisitez deliciosa a Michael Thomas, un pase de 46 yardas en roll out mientras le perseguía media defensa, que fue el antecedente de la puntilla final. Touchdown de carrera de Kamara y 31-19 en el marcador que parecía dejar el festejo listo para sentencia.
Final de infarto
Quedaban cinco minutos y los Panthers comenzaban a quedarse sin ingredientes ni tiempo para salir satisfechos del banquete. Pero hay días en los que las sorpresas gastronómicas no terminan nunca y el estómago parece capaz de asimilarlo todo sin necesidad de sal de frutas. McCaffrey irrumpió en la fiesta cuando más falta hacía para anotar un touchdown de pase de 56 yardas, dejar el marcador 31-26. Cuatro minutos por jugar y los Saints tenían que proteger el balón a toda costa, pero fueron incapaces y le dieron una última posesión a Cam Newton con 1:51 por jugar. Pánico en la cocina, el aceite se quemaba en todas las sartenes, el humo hacía saltar los extintores, las gradas patas arriba y los espectadores bocabajo frente al televisor. ¡Cuánta emoción acumulada! ¡¡¡Qué partidazo!!! Lo que los Saints no supieron hacer en ataque, lo hicieron en defensa. Pararon a los Panthers mientras el mundo se quedaba sin uñas en un final fabuloso digno de un aquelarre de football que merece ser recordado durante mucho tiempo.