Los Warriors pierden en casa a pesar de histórica marca de Durant
Durant es el segundo más joven de siempre en llegar a 20.000 pero, sin Curry ni Thompson, los Warriors vuelven a perder en casa.
Después del partido, Steve Kerr arremetió contra la defensa de su equipo en los últimos encuentros y contra la absoluta falta de espíritu que puso un asterisco en la que tendría que haber sido (y en el esquema amplio de las cosas, lo fue) una gran noche para Kevin Durant. Después de doce derrotas seguidas, los Clippers se impusieron por fin a los Warriors. Por 19 puntos (106-125) y anotando 57 puntos en la segunda parte a pesar de jugar sin Blake Griffin, Gallinari, Teodosic, Beverley… Enfrente, a Klay Thompson le tocaba descanso y antes del partido Stephen Curry se resintió del tobillo que le tuvo parado el mes pasado y no jugó. Dijo que su frustración estaba al “1000%” pero su preocupación “al 0”. Pero como los tobillos de Curry ponen a temblar a toda la Bahía al mínimo contratiempo, los Warriors decidieron ser cautos ante lo que viene.
Lo que viene, a corto plazo, es una gira de cinco partidos en ocho días en la que la NBA vuelve a tener poca consideración con el campeón: la cierra en Houston y la abre en Milwaukee, Toronto… y Cleveland en tercer partido en cuatro noches. Algo de picante porque es el gran Himalaya que queda en el calendario de los Warriors, que tienen tras esta derrota medio partido de ventaja sobre los Celtics y tres sobre los Rockets. El factor cancha en playoffs parece el único asunto que preocupa mínimamente (y no más que la salud de su bloque principal) a un equipo ya tan seguro de sí mismo que se permite demasiadas noches de siesta. Ya ha perdido 9 partidos (la simbólica marca del 73-9 que acabó como acabó) y, sobre todo, ya se ha dejado seis en casa. Ante los Clippers jugaron uno de sus partidos con menos corazón, menos actitud y menos concentración que se les recuerda. Inadmisible para los secundarios: de 81-72 a mitad de tercer cuarto a 92-111 en el ecuador del cuarto, un 11-39 en más o menos un cuarto (unos doce minutos de juego real). Los rebotes de DeAndre y el trabajo de Harrell acompañaron una exhibición memorable de Lou Williams: 50 puntos, 27 en el tercer cuarto, con un 16/27 en tiros, 8/16 en triples y 10/10 desde la línea de personal. Su tercer encuentro de más de 40 puntos esta temporada y el primero de 50 para los Clippers desde 1990. Esos 27 también son la mejor marca individual de la franquicia en un cuarto.
Cuando entra en racha, Williams puede ser indefendible. Pero no debería ganar solo a los Warriors. Tampoco sin Curry ni Klay Thompson. A base de triples marca de la casa y yendo a la línea de personal cada vez que quiso ante una defensa bochornosa de los Warriors, Williams liquidó un trauma de su equipo en la noche más improbable y salió en una foto que parecía destinada a ser un selfie de Kevin Durant, que regresaba con restricción de minutos pero que acabó jugando 31 y cargando con un equipo en el que nadie más hizo nada: 40 puntos, 14/18 en tiros, 6/7 en triples…
Pero la noticia, la que quedará, es que el alero ya había anotado antes del descanso y en 16 minutos en pista los 25 puntos que necesitaba para entrar en el club de los 20.000. Lo ha hecho con 29 años y 103 días, el segundo más joven de siempre solo por detrás de LeBron James (28 y 17) y por delante de Kobe Bryant (29 y 122), Wilt Chamberlain (29 y 134) y Michael Jordan (29 y 326). Y lo ha hecho con un promedio de 27,1 puntos, clavado al de LeBron y con un true shooting percentage que roza el 61% por el 58,6 del alero de los Cavs, que también era el mejor en ese apartado. Esta es la novena temporada seguida (todas menos las dos primeras) en las que tira por encima del 50%, algo increíble para un jugador con su rango y volumen de lanzamientos. En el total histórico, uno de los mejores anotadores de siempre está ya en el puesto 44, aunque esta vez su equipo le afeó un poco la noche, sin poder agarrarse a las maravillas de Stephen Curry y en una desconexión que demostró que cada vez se parecen menos a los Bulls 1995-96 y más a los Lakers 2001-02: hasta que no llegue la hora de la verdad, solo veremos tramos de su mejor versión. Pero entonces, seguramente, tendrán marchas con las que ni soñarán el resto de equipos. Eso suponemos.