Pedro Pablo Hernández fue titular en duro triunfo de Celta
Los granotas buscaron y tuvieron el empate hasta el final pero el equipo no da más de sí. El Celta se aleja de un descenso cada vez más cerca para los de Muñiz.
Salió vivo el Celta del Ciutat de València y se llevó un alegría a la que poco acostumbra fuera de casa, dando un paso importante en busca de la tranquilidad. Justo lo que cada vez va habiendo menos en Orriols. Porque se trata de otro rival directo que se escapa. Y las jornadas pasan. Y la reacción no llega. Y la crisis se agrava. Y soluciones, pocas. Así, todavía no tocan el descenso, pero poco les queda. Mientras los gallegos con tres puntos más en la saca pueden ver las cosas de otra manera.
Sin demasiados alardes el Celta mereció ganar la primera parte. Y la ganó. Con tres balones largos y una pared ya fueron superiores. Quizá poco bagaje en general, pero suficiente contra un Levante indolente, que demostró algo más de actitud que cuatro días atrás contra el Espanyol u otros partidos recientes en el Ciutat. Pero eso solo no vale. El estilo, la filosofía y, por supuesto, la calidad de tu plantilla, cuenta mucho.
El Celta se puso por delante en una acción prácticamente aislada. Pero donde se marcan las diferencias. En una contra en la que se asociaron Sisto y Aspas para que con un pim, pam, pum el primero batiera a Oier ante la mirada de los zagueros azulgranas. Poco más se vio al arquero granota en el primer acto, pero menos aún al de los gallegos.
El primer tiro a puerta del Levante llegó a los cinco minutos de la reanudación. Y fue un manso zurdazo de Jason que había entrado en el descanso por el cada vez más apagado Campaña. El paso por el vestuario al menos se notó algo, los de Muñiz parecían coger las riendas del partido, viviendo más en el campo visitante, y asustando a Rubén con llegadas laterales. En una de ésas estuvo a punto de marcarse Hugo Mallo en propia puerta.
El guión había cambiado. Un poco. Al Levante le tocaba apretar y el Celta no estaba tan cómodo como en la primera mitad. Lerma crecía en la conducción. Coke y Luna se animaban a ir para arriba. Pero seguía faltando lo de siempre: gol. La tuvo Boateng con un remate casi a bocajarro, pero se encontró con una buena parada de Rubén que sacó una milagrosa pierna ya desde el suelo. Se mascaba el empate.
La sala de máquinas celeste trataba de reaccionar, pero a la hora de defender Lobotka, Was y compañía se veían superados por los arreones levantinistas. La tuvo Morales en otra contra que cruzó más de la cuenta ante la salida de Rubén. Ivi se iba enchufando y Unzué no lo veía claro: Radoja al campo. Había que frenar el vendaval. Y Muñiz, sin embargo, miraba al banquillo en busca de algún revulsivo que pudiera cambiar algo. Pero tampoco había mucho de donde tirar. La solución fue Nano Mesa.
El Celta había conseguido quitarse de encima la presión azulgrana. Y el cansancio empezaba a notarse en las piernas de los locales. En su última acción antes de ser sustituido, Ivi le puso un buen centro a Boateng que se elevó por encima de todos y remató rozando el palo. Aún tuvo una mejor a falta de cinco minutos cuando enganchó en el segundo palo un centro de Luna. Estaba solo, pero no se la esperaba.
Hasta el último minuto sufrió el Celta con un remate arriba de Coke cuando tenía toda la portería para él. No era el día. Pero, ojo, ya son muchos malos días. Y así, mala pinta. El Celta se despega ya del descenso con su trabajado triunfo dejando a los granotas más en peligro que nunca viendo el calendario que les viene.
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