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Una historia que vale conocer

El mundo del deporte está repleto de historias desconocidas para el gran público y la de Hans Podlipnik, quién esta madrugada junto bielorruso Andrei Valisevski eliminó en el Abierto de Australia a los franceses Herbert – Mahut, ex campeones del US Open, Wimbledon y hoy la cuarta mejor pareja del ranking ATP, es una de aquellas (fue escrita por este columnista en el libro Grandes Historias del Tenis Chileno en 2015, un texto para verdaderos interesados).

Para quienes no la conocen aquí va una síntesis. Hace algunos años, Podlipnik figuraba en Turquía jugando unos torneos futuros para intentar afianzar su carrera como singlista. Nada fácil considerando que tenía nulo apoyo y los resultados no llegaban. Luego de tres semanas sin ganar y escasísima recaudación debió pagar el hotel para regresar a Europa y desde ahí retornar a Chile. Fue su peor momento. Una cuenta de 800 dólares, el mismo saldo que tenía en su tarjeta de crédito, le hizo tomar la decisión de retirarse del tenis. Estuvo a punto de llorar, recuerda.

En su escala en el viejo continente donde se quedó entrenando para jugar un par de torneos y obtener recursos para comprar el boleto a Santiago una inesperada coincidencia le cambió la vida. Se cruzó nuevamente con una joven tenista eslovena a quien había conocido en un aeropuerto. Mientras Podlipnik practicaba en el court Barbara Kvelstein trotaba por las afueras del club. La divisó, corrió a saludarla y desde ahí se hicieron inseparables. El papá de Barbara, que era entrenador y administraba un club, lo acogió y financió buena parte de su carrera por aquellos años. Esa feliz casualidad le permitió seguir jugando profesionalmente.

Después de alternar entre singles y dobles y llegar a situarse entre los 160 mejores del mundo en individuales, a fines de 2015 H-Pod tomó la decisión de enfocarse solo en el juego de duplas. No tenía como financiar un staff para apuntar más arriba y optó por el camino alternativo. En dos temporadas jugó cinco Grand Slam y en 2017 alcanzó los cuartos de final de Wimbledon. Hoy está entre los 60 mejores doblistas del circuito y en octavos de final del Abierto de Australia. Si no se hubiera topado con su futura novia estaría viendo el torneo igual que nosotros, por la tele.

Qué Podlipnik pudiera seguir compitiendo profesionalmente no solo fue una gran noticia para él y su familia, también lo fue para el tenis chileno y todos quienes de una u otra manera empatizamos con sus obras y forma de ver la vida. Hans es un tipazo, preocupado de los demás, del medioambiente –es embajador de Greenpeace–y de los más desposeídos. Un deportista con conciencia social, no solo en el discurso sino también en los actos.

Hace algún tiempo, Podlipnink creó la Fundación Futuros para el Tenis y gracias a su gestión pasó a formar parte de nueve causas benéficas organizadas por jugadores y torneos para recibir donaciones del programa ATP Aces por la Caridad. Esta fundación tiene como propósito ayudar a jóvenes en riesgo social para que éstos puedan optar a becas universitarias en todo el mundo. El programa ha alcanzado a más de 200 niños y trabaja actualmente con un centenar de jóvenes en la población Santa Adriana. La donación corresponde a 15 mil euros, unos 10 millones de pesos aproximadamente.

Ojalá Marcelo Ríos hubiera tocado la misma tecla. Pero sus intereses son otros, lo suyo es el individualismo extremo, el sello de su carrera. De Massú y González, en cambio, cabe el máximo reconocimiento, han seguido vinculados al tenis, aportando desde sus academias, trabajando con municipalidades, poniéndole el hombro a este deporte pese a las actuales precariedades. Es más, el 22 de diciembre pasado, ambos estuvieron haciendo una clínica de tenis justamente en esta población.

El proyecto Futuros Para el Tenis existió por años. Y apoyó a pulso a decenas de niños de la mano de Rodrigo Tapia quien levantó el Complejo Héroes Olímpicos construyendo dos canchas rápidas en un terreno baldío, un basural de la comuna de Lo Espejo. Lamentablemente, la burocracia estatal entrampó por un lustro la asignación de recursos. Hasta que Podlipnik se enteró, apadrinó el proyecto y generó las instancias para recibir aportes y desarrollar un concepto integral.

Si Hans no hubiese coincidido con Barbara Kvelstein en Europa este programa no había visto la luz. Así es el destino. Ahora, a intentar meterse en cuartos de final de dobles del Abierto de Australia… aunque el partido más importante, el de luchar contra la pobreza y fomentar la inclusión, lo gana día a día.