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Super Bowl LII

La doble maldición que sufren Philadelphia y los Eagles

Un entrenador mítico, un trofeo prohibido, una estatua del padre fundador, un trabajador de la construcción... el infortunio de Philly es apasionante.

La doble maldición que sufren Philadelphia y los Eagles

Una cosa que concedo a las supersticiones, al tarot, a las religiones, a la astrología, a la homeopatía y a la democracia es que tienen una literatura fantástica. A veces resulta mucho más interesante la narrativa que los hechos. Es por eso que las maldiciones deportivas me parecen fascinantes.

Los Philadelphia Eagles se enfrentan a dos maldiciones separadas, y muy poderosas, en su camino hacia el anillo de la NFL en la Super Bowl LII. Ya no es que tengan enfrente a los New England Patriots, es que tienen delante poderosas fuerzas esotéricas contra las que sólo la fe sirven.

La maldición de Billy Penn

La primera de ellas ya está vencida, así que no le hagáis mucho caso.

Se trata de la maldición de Billy Penn. Este hombre es el fundador de la ciudad de Philadelphia. Para honrarle se colocó una estatua suya coronando lo más alto del edificio del Ayuntamiento. En un acuerdo de caballeros, que como bien sabemos es lo que son por la ciudad del amor fraternal, se entendió que ninguna construcción podía superar esa altura.

Llegaron los descarnados y capitalistas años 80 y el tema de los pactos de señores con bombín, bigotón y chaqué pasaron de moda, así que en la ciudad se comenzó a construir un rascacielos, el One Libery Place, que, horror, superaba la altura en la que está la figura de Billy Penn por más de 150 metros.

Tan intolerable afrenta disgustó el espíritu inmortal del padre fundador al punto de que, desde el más allá, lanzó una maldición a todos los equipos de la ciudad.

El One Liberty Place comenzó a construirse en 1984 y finalizó sus obras en 1987. Hasta esa fecha, los Sixers habían ganado la NBA en 1983, los Eagles habían jugado la Super Bowl de 1980, los Phillies habían ganado las World Series de 1980 y habían jugado las de 193, los Flyers habían estado en la final de la Stanley Cup seis veces entre 1974 y 1987, ganándola en dos ocasiones.

Desde entonces, la nada. El fracaso. El pasar a ser una de las ciudades de Norteamérica con menos éxitos en el mundo del deporte.

Fue un obrero de la construcción el que llegó hasta el alma de Billy Penn y aplacó sus ánimos. En el año 2007, Dan Ginion, que así se llama el albañil, decidió que ya estaba bien, que habían sufrido suficiente. Y entendió que la única manera de cambiar el destino no era tratando de hacer entrar en razón al viejo cascarrabias sino dándole lo que de verdad quería. Los espíritus son muy suyos para esto, y Billy Penn exigía ser el más alto de la ciudad.

Así que Ginion, que trabajaba en la construcción del edificio Comcast en 2007, otro moderno rascacielos que iba a superar en altura al One Liberty Place, concluyó la obra con una pequeña figura para turistas de Billy Penn en el bolsillo y, subido a la azotea, la dejó allí, observando desde lo alto lo que habían sido sus posesiones.

El año siguiente, 2008, los Philadelphia Phillies ganaron las World Series.

La maldición de Vince Lombardi

Era 1958 cuando los Philadelphia Eagles quisieron contratar al brillante coordinador ofensivo de los New York Giants, un tal Vince Lombardi. Las negociaciones avanzaron pero, en un determinado momento, el tipo decidió que no le apetecía el proyecto y que le hacía más tilín irse a los Green Bay Packers. En Philadelphia la decisión causó gran malestar.

Iban a tener su venganza. En la temporada 1960 la final de la NFL la jugaron los Eagles y los Packers de Lombardi, y los primeros conquistaron lo que fue su tercer título de la liga de fútbol americano, y último hasta la fecha.

Cuentan que el entrenador de los Packers se tomó aquella derrota como algo personal. Tanto, que entró en el vestuario de su equipo, desencajado, prometiendo a sus jugadores que jamás volverían a perder una final. Y así fue.

El mítico entrenador, motivado por ese partido perdido, jamás volvió a verse en el lado perdedor en un partido de playoff. Nueve jugó y nueve ganó, con cinco títulos conquistados, incluidas las dos primeras Super Bowls de la historia. La enemistad entre Lombardi e Eagles fomentó esa gigantesca dinastía.

El legendario Vince Lombardi murió en 1970 a causa de un cáncer y la NFL, con buen criterio, quiso honrarle poniendo su nombre al trofeo que se otorga al vencedor de la Super Bowl. Aquello que era cierto en 1970 lo sigue siendo hoy: el que gana el gran partido se lleva a casa el Lombardi Trophy.

Y, como he dicho antes, los espíritus no son gente de fiar. Tienen muy malas pulgas. Y lo que es seguro es que Vince Lombardi no tiene ninguna gana de que ningún miembro de los Philadelphia Eagles le ponga la mano encima.

Es por eso que esta franquicia jamás ha ganado la Super Bowl y que para ganarla este domingo va a necesitar de un inmenso ejercicio de fe y de algún gesto tan valiente, atrevido y audaz como el que el albañil Dan Ginion tuvo con Billy Penn.