Un segundo fatal
A Agustín Orión, el portero de Colo Colo, le ha tocado bailar con la fea. Ante Audax Italiano y ante Palestino le falló el timming y los errores fueron evidentes e innegables, con la agravante que ante los árabes su fallo significó la primera derrota de los albos en el torneo.
Orión, quien jugó en Boca Juniors y fue reserva de Chiquito Romero en selección argentina subcampeona del mundo en Brasil 2014, es muy bueno debajo del arco. Es un atajador por instinto, posee grandes reflejos. Con la pelota en los pies es correcto. No destaca, pero no hace más de lo que se le debe pedir a un portero: dársela a un compañero o reventarla antes de que lo presionen. Es saliendo del arco donde se producen los problemas.
Se jugaban los minutos finales del partido contra Palestino y el portero salió como loco fuera del área a buscar el pelotazo largo de Julián Fernández. El balón no dio ningún bote irregular, Orión quedó fuera de foco y Roberto Gutiérrez, uno que sabe por viejo y por diablo, advirtió de reojo que el arquero iba a pasar de largo y corrió por lo suyo.
Apenas se dio cuenta que quedaba corto, Orión pudo y tal vez debió, más allá de las consideraciones éticas, estirar el brazo y agarrar la pelota con la mano. De hecho, tiene el impulso de hacerlo y se frena. O simplemente "bajar" al Pájaro Gutiérrez, pero cuando intenta el manotazo, el atacante ya iba embalado. Cualquiera de las dos jugadas era expulsión y tiro libre. Y, muy probablemente, era el empate para Colo Colo porque no quedaba nada de partido.
Era una milésima de segundo en que había que decidir. Sin pensarlo, o sin alcanzar a pensarlo tal vez, Orión optó por no correr el riesgo. O quizás ni siquiera pudo optar. Quedó a medio camino, lamentándose, deseando que se lo tragara la tierra y Colo Colo sumó su primera derrota en el torneo. Las desventuras de ser arquero pueden durar un segundo.