HUACHIPATO
El patrón de la defensa que llegó desde Ucrania a Huachipato
Federico Pereyra jugó en España, Chipre y Ucrania, donde fue capitán e incluso aprendió ruso. Su hermano fue campeón en River y tiene a Franco Costanzo como "padrino".
Cuando a Federico Pereyra le comentaron que existía una opción en Huachipato para reemplazar a Omar Merlo no lo dudó. Recibió el llamado de su representante en Ucrania, donde se encontraba realizando la pretemporada junto al FC Karpaty Lviv y un par de días después tomó el avión que lo trajo desde Leópolis hasta Talcahuano.
¿Por qué decidiste dejar Ucrania y aceptar la oferta de Huachipato?
Ucrania es una locura. Yo por suerte sabía el idioma y entendía como funcionaba todo a mi alredor, pero hay que tener una fuerza mental tremenda. No te integran, a veces ni te saludan. Llegas al entrenamiento y para el sudamericano es el momento donde hablas con tus compañeros. Allá cada uno bajaba con su ipod, con su celular. Concentrábamos solos. El contrato económicamente era enorme pero yo prefería la estabilidad y privilegiar el fútbol.
¿Lo pasaste mal allá? ¿Qué es lo más difícil?
Era consciente donde iba. Mi hermano (Guillermo) había estado en Rusia entonces sabía más o menos como era el desafío en Europa del este. Es un poco duro encontrarse con la barrera del idioma, ellos también son un poco difíciles a la hora de integrarte. Tenía un traductor, luego el presidente quería que fuese capitán, así que tuve que hacer clases de ruso acelerada.
De todas formas durante un año y medio...
Me adapté bien. De hecho, el último club donde me contrataron apuestan por mí por el idioma. Uno cuenta allá con todas las comodidades. El club donde estaba era rico, pero son individualistas. Nosotros teníamos 14 personas en el staff para nosotros: cuatro masajistas, cuatro kinesiólogos... Hay mucho dinero pero es plata mal gastada porque no se hace nada para unir el grupo, y al final éste es un deporte colectivo.
Federico Pereyra, menor de tres hermanos, nació en Córdoba y a los 12 años se trasladó a Buenos Aires para integrarse a las inferiores de River Plate. Ahí pudo ver como su hermano Guillermo se afianzó en el primer equipo, fue campeón cuatro veces y emigró al Mallorca de España. ¿Qué pasó con Federico? "No alcancé a llegar, a los 18 quedé libre y partí a Europa", cuenta.
¿Con quién compartiste en River?
Me tocó compartir en ese tiempo con Diego Buonanotte que está en Católica, Gonzalo Abán que hoy está en La Calera, Damián Lizio que jugó en O'Higgins y Andrés Ríos que está en Vasco da Gama. Conocí varios que me iré cruzando acá.
¿Por qué tomaste la decisión de dejar Argentina tan joven?
Mi hermano Guillermo ya jugaba en España hace tiempo y mi otro hermano, Gerardo, me consigue la opción de ir al Santa Brígida de Segunda B. Debuté con 18 años y encima hice un gol. Después me fui a Chipre, una linda experiencia, una isla hermosa, y luego volví a España. Cuando la situación se puso mala volví a Argentina.
¿Qué importancia tiene tu hermano Guillermo en tu carrera?
Tenemos una gran relación. Para mí fue siempre un espejo, me apoyo mucho con él. Lo mismo con Gerardo, que era enganche y hoy representante. Cada decisión que tomo la consulto con ellos. La idea de venirme a Chile, de hecho, la conversé con ellos y me apoyaron.
¿Qué referencias tenías de Chile cuando decidiste venir?
Sigo bastante el fútbol chileno porque tengo muchos amigos que voy a ir enfrentando durante el torneo. Para mí, además, un padrino desde chiquito fue Franco Costanzo que es el mejor amigo de mi hermano y que estuvo en Católica, y hoy se quedó en el país. Están además Buonanotte, Rafael Viotti, y varios más que iré enfrentando durante el torneo.
¿Cómo te has adaptado al país? ¿La idea es quedarte en Chile?
Me encantaría. El poco tiempo que llevo acá me encantó. Ustedes como país crecieron y evolucionaron un montón. El otro día me crucé con (Sergio) Vittor de la Universidad de Concepción, y hablábamos de lo que ustedes como país permiten. Es bueno venir a un país tan organizado, estructurado. Uno lo agradece. Porque el futbolista tiene una vida muy desorganizada, pero acá uno encuentra la tranquilidad.