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Un Fillol 36 años después

Corría noviembre de 1982 y Jaime Fillol conseguía el séptimo y último título de su carrera como singlista en Itaparica, Brasil. Sobre pista rápida y al aire libre, Fillol, octavo cabeza de serie, vencía a Ricardo Acuña, por 7-6, 6-4. Hoy domingo, 36 años después, su nieto Nicolás Jarry Fillol disputó la final del Brasil Open, su primera en la categoría de torneos ATP, ante Fabio Fognini.

Con ello corona una Gira Latinoamericana gloriosa, con cuartos de final en Quito, semifinales en Rio y final en Sao Paulo. En menos de un mes saltó del anonimato al 60° del mundo. De ser un desconocido a ser el gigante con cara de niño del que todos hablan en el mundo del tenis. Sí, no exagero, todos hablan de él en el mundo del tenis.

Las lágrimas de Jarry en la premiación del único torneo del ATP World Tour que se juega en polvo de ladrillo bajo techo, las mismas condiciones que habrá en la serie de Copa Davis contra Argentina en el estadio Aldo Cantoni de San Juan, evidencian lo importante y significativo del hecho. Se quebró cuando habló de Martín (Rodríguez), quien es su tío, ex doblista y gran entrenador, y quien viene a graficar algo que no todos los tenistas tienen y Jarry sí: una familia muy especial.

Nicolás es la tercera generación de "Filloles" en el ATP World Tour. Antes que él estuvieron su abuelo Jaime, su tío abuelo Álvaro, y su tío Jaime, el único zurdo del clan y quien jugó dobles habitualmente con Adrián García como partner. Más allá de colocar a Chile nuevamente en el mapa del tenis mundial desde el retiro de Nicolás Massú en 2013, Jarry también se convierte en un producto atractivo para el circuito. ATP, a través de #NextGen, anda buscando ídolos para cuando Federer, Nadal y Djokovic ya no estén. Y Nico ya integra el selecto grupo de aspirantes.

Perder la final de Sao Paulo es una anécdota ante todo lo que está por venir. No vale la pena analizar por qué decayó tanto en el segundo y tercer sets ante el italiano que ganó el último ATP de Viña del Mar que se disputó. Hace un mes, Jarry jugaba challengers y, de pronto, sumó tres semanas vertiginosas en el tour mayor, con otras velocidades, potencias y exigencias.

Aparte de todo el bagaje tenístico de sus ancestros, Nicolás Jarry suma a padres deportistas (voleibolistas ambos y muy destacados) que se traducen en una cultura diferente y bien asimilada. Obviamente que ahora muchos querrán verlo Top 10 cuanto antes y pedirán que el abuelo Jaime y el tío Álvaro restablezcan el torneo ATP de Viña. Piano, piano, todo a su tiempo.

Es hora de celebrar un logro destacadísimo y pensar en que esto no para aquí. Por lo menos, el entorno de Nicolás Jarry, que de estas cosas sabe, ayudará a amortiguar las expectativas de un país que, pese a los lapsus que se dan cada tantos años, quiere gozar con sus ídolos tenísticos.

Nicolás Jarry dio el primer paso en Brasil, justamente donde el abuelo Jaime Fillol había dado el último.