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¡Bravo por Rueda!

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Reinaldo Rueda sacó la tarea adelante. Pese a que su inicio fue turbulento, por el conflicto con Claudio Bravo, el entrenador colombiano mostró toda su experiencia para manejar grupos durante esta gira. Era una misión difícil, pero fue capaz de alinear al plantel y cerrar el tema del arquero. Si bien ante los medios no aclaró todas las dudas que aún existen, en el interior del equipo sí dejó clara su postura. Y lo que es más importante, los jugadores le creyeron.

Las declaraciones de los futbolistas fueron parecidas y da la impresión que es él quien les ha inculcado con fuerza el concepto de 'trabajo en equipo'. Puede parecer un detalle menor, pero no lo es. Cuando Enzo Roco habló el día previo al duelo con Dinamarca, Rueda estaba a su lado y, ante preguntas más individuales, el defensa hablaba una y otra vez la importancia grupal por sobre su rendimiento particular. El seleccionador asentía el discurso, con orgullo evidente, como cuando un profesor se siente satisfecho con examen que está dando uno de sus alumnos.

Cuentan que en la interna el colombiano es estricto, muy apegado al cumplimiento de los horarios, y preocupado de todos los detalles. Por ejemplo: ordena la vestimenta oficial que cada día deben usar los jugadores, cuerpo técnico, médicos y encargados de prensa. Ese su estilo: tener todo bajo control. Fuera y dentro de la cancha.

En las prácticas sorprendió a los jugadores con sus trabajos. Y eso no es fácil. Menos en un grupo con estrellas de primer orden mundial y jugadores que pueden sentir que nadie les va a enseñar algo nuevo. Jean Beausejour, uno de los más experimentados, dijo que el DT había 'refrescado' al camarín con "metodologías que no conocíamos". Vidal también dijo una frase simple, pero que dice mucho: "sabe mucho de fútbol y sobre cómo trabajar". Podría parecer una obviedad, pero no es así. Los jugadores no respetan tan fácilmente a un DT por el solo hecho de ser el jefe. Rueda, al menos en este inicio, parece haber dado un gran paso en ese sentido.

Un cambio relevante en relación con su antecesor Juan Antonio Pizzi fue la duración de las prácticas y la cantidad de trabajo involucrado. Con el rosarino los entrenamientos no duraban más de una hora y daba la impresión de que los futbolistas jugaban de memoria. Y por eso siempre rondó en el ambiente la idea de que ese equipo era poco trabajado. Rueda utiliza el doble de tiempo en cancha, pero la jornada no termina ahí. Del campo pasan a las 'aulas' y tienen clases teóricas acerca de la táctica. También terapias individuales y grupales para hacer hincapié en lo sicológico, en conocer bien a los compañeros, algo que parece básico, pero que dentro de la cancha es primordial. Una de las sesiones, por ejemplo, consistió en descubrir cuál era el sentido más desarrollado de cada uno de los jugadores. Algunos respondieron que les acomodaba escuchar, otros eligieron tacto u observar. A partir de ahí, buscan estrechar el lazo y el vínculo dentro del campo de juego.

El sello Rueda va mucho más allá del trabajo en cancha. Logró convencer a los jugadores, algo que otros no consiguieron con años de trabajo.