Hernández
El imperativo moral del tenis
Mientras por estos días los seguidores del tenis sacan cuentas alegres en el ámbito administrativo las dudas arrecian. La eventual solución sería una nueva federación.
Mientras por estos días los seguidores del tenis sacan cuentas alegres respecto del futuro del equipo de Copa Davis, lo que viene en el circuito para Christian Garín y, sobre todo, Nicolás Jarry y se alegran por los evidentes progresos de Daniela Seguel, en el ámbito administrativo las dudas arrecian pese a la eventual solución que representaría la creación de una nueva federación.
Como es de público conocimiento, a mitad de semana, el Comité Olímpico citó a una reunión a los principales actores del tenis chileno para exponer el estado financiero de la federación actualmente intervenida –cuya deuda asciende a tres millones de dólares– y proyectar eventuales escenarios. La moción que despertó unanimidad, o al menos nadie cuestionó a mano alzada, fue generar las condiciones para el dar vida a una nueva orgánica. En simple, partir de cero con una institución sin deudas de arrastre y elegible para recibir aportes estatales.
Sin embargo, dado que la Federación no es una empresa que pueda declararse en quiebra habiendo sus dueños transferido previamente sus activos como a veces ocurre, hay muchos asuntos que resolver. Dos extremadamente importantes: la filiación a la Federación Internacional de Tenis (FIT) con derecho a voto, jugar la Copa Davis, Copa Federación y organizar torneos juniors y profesionales y, por otro lado, pagar las acreencias a particulares y el Servicio de Impuestos Internos.
¿Algunos botones de muestra? A Nicolás Massú se le adeudan 31 millones de pesos por su labor como capitán de la Davis. Lo mismo sucede con parte del staff técnico y los jugadores. ¿Sabían ustedes que Juan Carlos Sáez todavía no cobra su participación en serie ante México de julio de 2015? A mediados de marzo, Sáez se embarcó a Europa con apenas mil dólares en una tarjeta de crédito adicional que le consiguió su madre a última hora. Afortunadamente, llegó a una final de singles y dobles en dos futuros en Túnez, aunque en las últimas dos semanas no ha superado la segunda ronda.
¿Los árbitros? Están a la fila hace mucho tiempo y, en el ambiente tenístico, simbolizan la indefensión absoluta. Merecen cobrar tanto como los jugadores.
Si el Comité Olímpico y Estado, a través del IND, validan la creación de una nueva federación, bienvenido sea. Pero ésta debe surgir en paralelo al cierre de la entidad que hoy está en manos del interventor Cristián Ramírez bajo una lógica político administrativa que garantice que la FIT la reconozca. Una acción quirúrgica. Si no se salvaguarda este punto específico estaremos en un lío de grandes proporciones porque de acuerdo a los estatutos de la entidad con sede en Londres, Chile se incorporaría en una categoría sin derecho a competición alguna.
Como este aspecto es parte del contexto y fue analizado por quienes asumieron la tarea de redactar los estatutos de la nueva federación, todos profesionales, empresarios y ex jugadores, alineados en el objetivo de sacar el tenis chileno adelante, hay planes de acción específicos para que la FIT transfiera los derechos de una orgánica a otra. El Coch está jugado en esa línea y los máximos referentes del tenis chileno también. Ese lobby está en progreso.
Lamentablemente, el tenis chileno ha dado múltiples muestras de desunión a través de los años y existen ciertos riesgos. Algunas asociaciones, por ejemplo, sabiendo que la nueva federación se sostendría sólo en los clubes, están planeando llamar a una asamblea para elegir a un nuevo directorio, reactivar la operación y, entre cuatro paredes, torpedear la estructura entrante. Parece que no hubiera sido suficiente el desatino, ambición y falta de visión del breve directorio de Oscar Rojas que desencadenó en la crisis definitiva. Los males en todo caso, y para ser justos, venían de mucho antes.
Como si la cancha no estuviese pantanosa, en los últimos días, Miguel Angel Miranda, ex oficial de desarrollo de la FIT para Sudamérica y vasto conocedor del tenis y sus recovecos, aportó un interesantísimo elemento de análisis al revelar que las asociaciones Santiago y Oriente cuentan con un patrimonio inmobiliario capaz de servir buena parte de la millonaria deuda de la actual federación.
Ese argumento tiene a muchos pensando, porque, en el papel, podría ser una gran salida. ¿Pero sería realmente viable? ¿Cuál sería la moneda de cambio para ambas asociaciones? Personalmente creo que llegó la hora de un cambio radical. Las asociaciones cumplieron su ciclo y demostraron en los últimos años no haber sido capaces de hacer una gestión eficiente.
Con todo, si la nueva federación prospera hay un imperativo moral ineludible. Pagarle a los acreedores. Habrá que investigar si esas dudas son de mercado o fueron suscritas en contratos inflados artificialmente, pero lo que corresponde es servir esos compromisos. Respecto del SII, sabemos que la deuda es real, los intereses están creciendo y la ministra anticipó que la nueva orgánica debe hacerse cargo.
Ahora, uno se pregunta, ¿no será hora de que el Estado se acuerde del deporte más exitoso de la historia y haga algún gesto? No un perdonazo, pero sí la condonación de los intereses y una parte de la deuda. ¿Acaso no se hizo antes con algunas empresas? ¿Por qué los delitos tributarios del mundo político quedaron mayoritariamente en nada? No se trata de jugar al empate ni avalar malas prácticas, pero los actuales deportistas no tienen por qué tienen que pagar los horrores del pasado.