El lado bueno de Guede
Pablo Guede se va de Colo Colo. Es lo que muchos esperaban, pero hay que hacer un poco de justicia y poner algo de equilibrio entre tanto adjetivo desmesurado y destemplado sobre la gestión del entrenador.
Se le tildó de tramposo, de mentiroso, de 'pasarse de vivo', de egocéntrico. Se le criticó con dureza por casi todas sus palabras, pero rara vez se ensalzó un aspecto como común en el fútbol actual: la lealtad que logró en su plantel. Eso debe ser lo más difícil de conseguir para un entrenador y, en un camarín tradicionalmente complicado, se ganó el aprecio de referentes experimentados y 'mañosos'. Esteban Paredes, Jorge Valdivia y Jaime Valdés lo defendieron el día que renunció, pero las críticas llegaron de inmediato: dijeron que era un circo, una farsa, un tongo. Pocos valoraron lo que había logrado con los más grandes del plantel.
Pero ojo, no solo con los referentes. En el Superclásico, Claudio Baeza fue y le dedicó su gol con un cálido abrazo. Al término de aquel duelo con la U, Valdivia lo hizo partícipe de la celebración y no lo dejó irse a camarines. Lo abrazaba una y otra vez. Lo indicaba como el gestor de un nuevo triunfo ante el archirrival. Eso habla de un compromiso real con el director técnico.
Ganó cuatro títulos en un año y medio, algo que muchos entrenadores no estuvieron ni cerca de lograr. Nunca perdió un clásico. Promovió gran cantidad de juveniles y les dio oportunidades reales. Le sacó el mejor rendimiento a Paredes, Valdés tuvo partidos notables bajo su gestión y Valdivia rejuveneció en su vuelta a Chile.
Cometió muchos errores, perdió partidos que no debía, como todos, pero está claro que esa visión de 'mala persona' de la que se habla afuera, no es la que al parecer tiene la mayoría del plantel.