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El lugar de Hoyos en la historia

La herida está abierta y la sangre aún se mantiene fresca con el dolor que significaron dos derrotas históricas en tan solo cinco días. La salida de Ángel Guillermo Hoyos es apenas un parche que contiene la hemorragia. Algo necesario e inevitable, al final y al cabo.

Nadie puede cuestionar el despido del argentino porque es la cara visible y el primer responsable de los bochornos sufridos en Quillota y Belo Horizonte. Pero tampoco se merece ir a la guillotina y quedar como una mancha oscura en la historia de la U.

La memoria en el fútbol es muy frágil. El trasandino asumió en un momento de crisis, con la 'revolución' nunca comprendida de Sebastián Beccacece y el 'regreso a la raíces' con Víctor Hugo Castañeda y Luis Musrri, que solo quedó como un saludo a la bandera.

La capacidad que tuvo Hoyos de insertarse en un medio totalmente desconocido, y que además estaba contaminado, fue notable. Con una postura de humildad y unión, muy contrario a la beligerancia dañina de sus predecesores.

Así Hoyos ganó un título, con el mérito además de remontar la campaña en un torneo corto donde el margen era mínimo. El análisis simplista de que 'Colo Colo le regaló el título' es propio de quienes ven poco o nada de fútbol y se nutren con las realidades paralelas que existen en las redes sociales.

El entrenador cometió errores y los pagó caro. Nunca supo reanimar al equipo tras el golpe de nocaut que recibió de Colo Colo. Cuando necesitaba recuperar el espíritu, decidió alinear un equipo alternativo ante Unión La Calera. Luego, su propia irresponsabilidad le impidió estar en la banca en un partido tan importante como el de Cruzeiro, donde la mochila ya era pesada y el equipo pedía a gritos orden y liderazgo. Algo que claramente los referentes no le aportaron.

La U de Hoyos sí tenía un estilo de juego definido. Que a alguien le gustara o no es otra cosa, pero acusar de 'no jugar a nada' al equipo es típico de la mentalidad de la 'verdad absoluta' y que ninguna otra realidad es válida. Ese estilo tampoco le aseguraba el éxito, pero sí le permitió a la U ganar un título, un subcampeonato en la Copa Chile y estar peleando la clasificación a la siguiente fase de la Copa Libertadores en el peor grupo posible.

No cabe dudas, porque así somos acá, que se le recordará por las goleadas históricas, sus creencias religiosas y las inofensivas comparaciones de los jugadores con cracks europeos. Me quedo con su humildad, valoro su respeto y apoyo irrestricto a los jugadores, y su trabajo profesional. Lejos de la soberia, de los manejos conflictivos y de los dueños de la verdad absoluta.