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19 años para 18 hoyos

“El golf es 90 por ciento mental. Si tú estás bien con tu vida, te va ir mejor en la cancha. Pero si estás mal, pensando en otras cosas, no vas a embocar una".

Esta frase de Gary Gilchristúltimo entrenador de Nicole Perrot y hoy a cargo de una academia de golf, representa muy probablemente la idea de que no existe otro deporte más mental que el golf, pues reúne muchas características que generan una fuerte vinculación del deportista con su cabeza.

El cerebro, que nace negativo en todas las personas porque está programado para ayudarnos en la sobrevivencia, es el primer autoboicoteador del deportista. Es el primero en advertirle al deportista lo mal que lo está haciendo y el primero en vaticinar una derrota. Las sensaciones y emociones son las que permiten a un golfista resetear este cerebro de manera positiva. Más aún mientras se está compitiendo, cuando en un alto porcentaje del tiempo el jugador está conectado consigo mismo y tomando decisiones fundamentales para su juego.

El golf al ser un deporte sin cooperación (eventualmente el caddie, en ocasiones, puede hacerlo) y sin oposición efectiva (no se compite directamente con los rivales), genera esta situación de “soledad y ostracismo mental” que si no se maneja de manera adecuada puede ser fatal para el rendimiento y el resultado final.

De ahí que no solo la toma de decisiones sea fundamental, sino que la capacidad de permanecer focalizado (proceso denominado como atención) en cada uno de los golpes que hay que realizar y permanecer así todo el tiempo que sea necesario, desde la previa del golpe hasta su ejecución final (proceso denominado concentración).

Joaquín Niemann, de solo 19 años (uno más que la cantidad de hoyos que componen la cancha a la que tiene que ganarle en cada torneo), lo sabe muy bien: sabe que mientras su cerebro esté en positivo, llegará muy lejos. Es un adolescente que muy probablemente ha adquirido una madurez superior a la que tienen la mayoría de sus pares y, por ende, ha logrado desarrollar la habilidad de no verse afectado en competir en estos torneo de envergadura.

Lo realizado en Dublin, Ohio, no solo es espectacular desde lo deportivo (mantenerse en los primeros lugares en gran parte del torneo y soportar la presión que eso significa). También lo fue porque se jugó la opción de ganar la membresía para poder seguir compitiendo durante todo 2018 en el PGA Tour. Y lo hizo. Eso deja en evidencia una fortaleza mental increíble.

Bajo ese contexto, lo psicológico no fue solo exitoso en el objetivo de competir a gran nivel en cancha de los 18 hoyos, sino que también en la meta de lograr esta membresía que es fundamental para aspirar a más en el corto plazo.

Ya tiene algunos récords a su haber: el sexto lugar del fin de semana pasado es el segundo mejor resultado de un chileno en un torneo del PGA Tour; se convirtió en el jugador más joven en alcanzar un top ten en el Memorial; obtuvo la mejor ubicación para un chileno en el escalafón universal en los últimos tres años. Pero no será suficiente, pues la dopamina secretada por su cerebro tras estos éxitos -conocido como el fenómeno del “winner effect”- muy probablemente ya le está pidiendo ir por más.

Y lo dejó en evidencia en su declaración una vez finalizado el Memorial: “Lo mejor está por venir”. Sin duda el cerebro de Niemann ya se encuentra reseteado. “Su mente ya hizo su mejor golpe. Ya le ganó a ese hoyo”.