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El recambio ya no es tan terrible

Cuando alguien tiene las cosas claras, sabe sus objetivos, conoce las limitaciones y entiende cómo debe enfrentar los desafíos, todo se hace más simple. Ese es el caso de Reinaldo Rueda.

En su conferencia previa al partido con Serbia, el seleccionador fue enfatico: “Mi contrato dice clasificar a Qatar 2022”. Al asumir sabía que ya no gozaría de una generación dorada en su peak de rendimiento, pero también tenía claro que la palabra recambio o renovación, a la que hace rato se le tiene mucho miedo en Chile, no tenía por qué ser tan terrible.

Ha hecho un trabajo metódico y, más allá de los resultados, le ha dado un sello al equipo. De una Roja que sufría y tiritaba ante cada pelota aérea, él le dio solvencia con dos centrales que miden sobre el metro noventa. Problema solucionado.

En los cuatro partidos bajo su mando, el equipo no ha recibido goles de cabeza, pese a que ha jugado con rivales europeos que históricamente han sido fuertes en ese aspecto. Al contrario, Chile ha transformado los centros y tiros de esquina en una arma ofensiva efectiva: dos goles de cabeza ante Rumania y Serbia.

Más allá de complicarse con la ausencia de Claudio Bravo y la lesión de Johnny Herrera, buscó alternativas: un arquero de 20 años de Primera B y uno de un equipo recién ascendido. Su ojo no falló. Pese a lo que se pudiera decir, encontró nombres donde muchos no miran.

Otra de sus movidas fue alinear a Paulo Díaz como lateral derecho. Cuando todo el medio clamaba por él como punto fijo en el centro de la zaga, lo situó al costado. Y volvemos a lo mismo. Tiene las cosas muy claras: sus centrales deben medir más de 1.90 metros y con eso no se tranza. Es una marca registrada en sus equipos. Además, buscó y no sólo encontró a Maripán y Roco. También rescató a Lichnovsky, Sierralta, Huerta... Es decir, es mentira que en Chile no hay centrales altos. El colombiano tiene claro dónde buscarlos.

También le dio protagonismo a Lorenzo Reyes. Angelo Sagal y Diego Valdés se han transformado en predilectos. Más allá que estos últimos dos no llenan el paladar de muchos, darles partidos es la única forma para que mejoren. "Hay que dejar que se equivoquen", fue otra de las frases del entrenador que refleja su pensamiento sobre este proceso.

Queda claro que Rueda tiene la película clara. Sabe cómo implementar un concepto que se nos asemejaba a un thriller cada vez que lo escuchábamos. Hoy el recambio ya no parece tan terrible.