Once veces Nadal
Aunque equivocado en la forma cuando dijo que “la Next Gen es una mierda” una parte de la crítica del italiano Fabio Fognini en Roland Garros no deja de tener fundamento: los jóvenes no están listos para discutirle los majors a los grandes campeones. Lo acaba de demostrar Rafael Nadal ganando con holgura su undécimo título en Paris donde los únicos que lo obligaron a pasar más de tres horas en la cancha fueron Simone Bolelli y Diego Schwartzman, dos que no están precisamente en la generación que viene.
“Rafa ganó Paris con 18 años y ahora tenemos a Shapovalov que con 19 es el 25 del mundo y veo que juega en mejores pistas que tenistas con mucha historia. La ATP hace muchas cosas bien, pero no estoy de acuerdo con esto. No entiendo lo de la Nex Gen. Juegan bien estos Khachanov, Rublev, Zverev, Shapovalov, pero hay un revuelo alrededor que no me gusta”, disparó Fognini cuestionando el afán marketero de la ATP e ITF pero también dejando entrever que aún no tienen el nivel para ganar un Grand Slam. Finalmente, fue un presagio de lo que ocurriría este domingo con Nadal quien se llevó sin sobresaltos su decimoséptimo grande a Manacor. Zverev, el mayor exponente de la Next Gen, como sabemos, sucumbió físicamente ante la exigencia del torneo parisino y fue eliminado en cuartos de final por Thiem.
Conclusión: para ganar en los Masters 1000, como Zverev que suma tres esta temporada, tienes que ser un gran jugador, pero para levantar la copa en un Grand Slam debes ser un gran campeón. Los últimos 6 majors, desde la irrupción de la nueva camada, están en manos de Federer y Nadal.
El título del español en la arcilla parisina le permitió igualar un registro vedado por décadas para los varones. El de Margaret Court quien ganó 11 veces el Abierto de Australia. Durante muchos años se pensó que para los hombres resultaría imposible equiparar aquellos números, pues bien, Nadal ya lo hizo y Federer avisó que va por los 22 títulos de Grand Slam de Steffi Graf, cuya fotografía tocó simbólicamente en los camarines de Melbourne Park este año. El hecho, se interpretó como una señal clara de su próximo objetivo. Roger tiene 20 grandes, Graff 22, Serena 23 y Court 24. El suizo reaparecerá en Stuttgart a mitad de semana para preparar su asalto a Wimbledon donde buscará su novena corona.
A pesar de las reiteradas muestras de grandeza a lo largo de su carrera, no deja de llamar la atención cómo Nadal ha logrado preservar su físico en las últimas temporadas. Las múltiples aprensiones del deterioro de sus rodillas, de un declive irreversible por su forma de jugar y correr la cancha han quedado en nada. Después de los 30 años, el número uno del mundo fue capaz de ganar tres Grand Slam y, en arcilla, la superficie más demandante, continúa arrollando a sus adversarios.
Capítulo aparte son sus ganas por trascender, su convicción por superarse a sí mismo y seguir batiendo records. Nadal goza de una mentalidad única, una dureza psicológica inigualable. Si Federer ha ganado más es porque es cinco años mayor y aun mejor técnicamente, pero el español tiene, como se dice en la jerga del tenis, mucha cabeza. Demasiada, según sus propios colegas. Rafa, en arcilla, no solo le gana a sus rivales, los somete, les impone un ritmo endiablado que los obliga a dar el máximo, a exigirse al límite de sus posibilidades. Ese vértigo, esa montaña rusa de rallies y emociones es posible sostenerlo durante un rato, como Schwartman que jugó el mejor tenis de su vida para robarle una manga e interrumpir 37 sets ganados consecutivamente, pero a Nadal no hay cómo aguantarlo en un partido largo, al mejor de cinco sets. Es un monstruo que crece con la frustración de su oponente, que se agiganta conforme avanza el partido, un muro impenetrable, el tenista con la mente más privilegiada de la historia.
Si Federer volvió a restarse de la arcilla europea fue porque sabe, más allá de su técnica privilegiada, que a su edad no puede exponer a su cuerpo a semejante desgaste. Este lunes, sin embargo, comienza la gira de pasto donde nadie tiene su palmarés y Nadal es terrenal. Otras condiciones y la feliz coyuntura para seguir disfrutando con la mayor rivalidad de todos los tiempos.