GRUPO D | NIGERIA 1-ARGENTINA 2
Vida extra para Messi
Un gol de Marcos Rojo en el 87' salvó a Argentina de la catástrofe. Messi hizo su primer gol en el Mundial. Nigeria, eliminada, tuvo ocasiones para ganar.
Un gol agónico de Rojo, un grito al cielo de San Petersburgo y de toda Argentina, clasificó a Messi y a los suyos para octavos cuando ya aguardaban un nuevo desastre y otra decepción, en ese preciso instante en el que sólo los milagros sirven como táctica. Centró el lateral derecho, Mercado, y remató el izquierdo, Rojo, una jugada antinatura que rescató a un equipo que mostró sus dos caras, la de Messi, pero también la de Mascherano.
Messi esta vez sí se pareció a Messi. Lo que hasta ahora había sido un Mundial impropio de él, se convirtió en un primer tiempo emocionante. Sampaoli le quitó las cadenas y lo liberó, hasta el punto de ver una versión del Messi más destructor, aquel que golpea con finura y amaga con vertiginosidad. También él se mostró más activo. Le ayudó para ello la presencia de Banega, un jugador de grandes tardes. El sevillista se estrenó como titular en un Mundial casi a los 30 años, una torpeza de todos los seleccionadores argentinos que se quejaron de la falta de socios para Messi al tiempo que prescindían de uno de los mejores.
Banega y Messi confeccionaron el gol que necesitaba Argentina para soñar. El balón aéreo teledirigido del plástico centrocampista lo cazó Messi con las virtudes de un malabarista y en tres toques lo transformó en un tanto brillante. Su grito en la celebración resume la agonía vivida hasta entonces. Los nigerianos habían armado una envoltura de tres centrales pensando en él, pero se trataba de una de esas noches en las que Messi se desplaza sobre patines.
Parecía un partido accesible, pero esto es Argentina y Argentina nunca respira del todo. Especialmente teniendo a Mascherano sobre el campo. Su penalti nada más comenzar el segundo tiempo fue un golpe bajo para la Albiceleste. El encuentro requería de la calma de Messi, no de la agitación de Mascherano, que agarró a un nigeriano a ojos del árbitro y de todo el mundo. El VAR ayudó a descubrir su imprudencia. Nadie le había invitado a la fiesta, pero estos jugadores de pura testosterona interponen el tesón al cerebro y eso en el fútbol es inadmisible.
La tarea se le complicó a Argentina. Entró Pavón para airear las bandas, Meza sustituyó a un deprimente Di María y los de Sampaoli se lanzaron al vacío. Es encomiable la angustia con la que convive Argentina, siempre al límite de lo aguantable. Sufrió de hecho en dos contras nigerianas, una de las cuales no se resolvió en penalti tras estudiar Cakir una posible mano de Rojo. Armani estuvo brillante en la otra.
Estaba el encuentro para resolverse en una heroicidad, casi en un milagro. Higuaín falló como de costumbre, Messi lo intentó sin acierto y de repente, entre un bosque de nigerianos perdidos, surgió la figura de Rojo para hacer el gol que despierta a Argentina y Messi, el que les mete de lleno en un torneo en el que estuvieron más muertos que vivos, más fuera que dentro. Así es esta Argentina. Angustiosa. Milagrosa. Superviviente.
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