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INGLATERRA

La dura historia de Dele Alli: el príncipe nigeriano de Inglaterra

La historia del jugador inglés reúne todos los elementos de esas historias que terminal mal: tristeza, pobreza, fracaso, abandono.

SAINT PETERSBURG, RUSSIA - JULY 10:  Dele Alli of England trows a toy chicken during the England training session on July 10, 2018 in Saint Petersburg, Russia.  (Photo by Alexander Hassenstein/Getty Images)
Alexander HassensteinGetty Images

Hace cuatro años, mientras se disputaba el Mundial de Brasil 2014, Dele Alli se levantaba todas las mañanas para entrenar en el Milton Keynes Dons Football un pequeño club de la tercera división de Inglaterra. Tenía 18 años, era talentoso, jugaba bien, pero no destacaba más que otros. Sí le decían que hoy iba a estar jugando la semifinal de una Copa del Mundo hubiese dicho que era una locura. 

Hasta ese minuto, la ruta de Dele iba por otro carril, y su breve biografía acumulaba todos los elementos que reúnen las historias que terminan mal: tristeza, pobreza, fracaso, abandono. La sensación permanente que está todo a punto de desmoronarse. 

Los golpes de Dele empezaron rápido. Nació el 11 de abril de 1996 en un pequeño suburbio de Milton Keynes en Inglaterra, y sólo semanas después sufrió el abandono de su padre. Creció con lo mínimo, viviendo junto a su madre Denise, hasta que a los ocho años su progenitor apareció con la promesa de un nuevo comienzo.

Realmente lo fue. Kehinde, el padre, ya no era el estudiante de una Maestría en De Montfort University: se había convertido en el príncipe de la tribu Yoruba, una de las más poderosas de ese país. Dele pasó así de no tener nada a vivir en una mansión de diez habitaciones, ser atendido por tres mujeres y asistir a una escuela de 27 mil dólares anuales.

Mantuvo esa vida en África y Estados Unidos por tres años, antes de regresar a Londres. Pese a las comodidades, y los lujos, el pequeño siempre se sintió como un extranjero fuera de Milton Keynes, y decidió volver al cuidado de su madre, que ya en ese minuto tenía otros cuatro hijos de padres distintos, y problemas con las adicciones.  

La caída y la redención 

El regreso al barrio marcó el carácter de Dele. Pasaba gran parte de sus días en la calle, dejó de lado los estudios, y se dedicó a jugar al fútbol, mientras convivía con la droga, las armas y la delincuencia. "Me junté con la gente equivocada desde una temprana edad", confesó en una entrevista.

Pero la suerte del joven cambió otra vez a los 13 años. Encontró una salida. La familia de su amigo Harry, compuesta por Alan y Sally Hickford, decidió adoptarlo cuando su la madre y los servicios sociales parecían resignados a dejarlo caer. Ese nuevo comienzo, se transformó al final en el salvavidas del actual jugador de Inglaterra.

Dele trasladó la libertad con la que creció siempre, la supuesta arrogancia, en su sello dentro de la cancha. El joven tenía un talento natural, pero le faltaba encaminarlo. Encontró eso en el pequeño Milton Keynes, un club de la tercera división, donde se convirtió en un suceso desde que debutó a los 16 años.  

El ascenso 

A partir de ahí, todo fue rápido y meteórico. El Tottenham pagó seis millones de euros por él en junio del 2016, y la respuesta fue rápida: en su primera temporada se transformó en la nueva joya del técnico Mauricio Pochettino y fue nominado al Premio Golden Boy (mejor futbolista Sub 21).  

A fines de ese año, ya fue nominado a la selección inglesa, y no salió más. El nuevo técnico Gareth Southgate lo transformó desde el comienzo en uno de los emblemas del nuevo equipo y hasta ahora no se equivocó. Dele se ha transformado en uno de los líderes de la selección inglesa que sigue haciendo historia en Rusia 2018. 

En estos años la familia biológica intentó recomponer los lazos del jugador sin suerte. Su madre dice que no le habla desde el 2015. Su padre viajó desde Houston, intentó cruzarlo en las instalaciones del Tottenham, pero tampoco pudo. La única respuesta está en la camiseta que usa el jugador en Inglaterra. Su nombre es Dele. No tiene apellido.