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Hernández

Nole den por muerto

Novak Djokovic ganó su decimotercer Grand Slam y demostró que está de vuelta con los mismos atributos que lo llevaron a dominar los majors en 2011-2012 y 2015-2016. Este lunes aparecerá nuevamente entre los 10 mejores del mundo.

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Nole den por muerto
GLYN KIRKAFP

No fueron fáciles los últimos 18 meses para Novak Djokovic. Una operación al codo, el regreso prematuro a las canchas y cuestionamientos varios que incluso apuntaron a su dieta sin carne lo sacaron de circulación y luego de la primera línea del circuito. Al igual que Andy Murray, el serbio lo pasó mal y dejó la mesa servida para el notable segundo aire de Roger Federer.

Pero un jugador de su categoría, y calidad humana, no merecía una reinserción en el tour sin los resultados acostumbrados. Tras caer en primera ronda en Indian Wells y Miami se instaló que estaba en una profunda crisis de confianza y, para peor, el paso por la gira europea de arcilla no ayudó mucho a cambiar aquella imagen: derrota en octavos ante Dominic Thiem en Montecarlo y adiós en el debut en el Conde de Godó ante el eslovaco Martin Klizan.

Afortunadamente para Nole, su actuación en Roland Garros donde perdió con el sorprendente Marco Cecchinato en cuartos de final fue el aviso de que lo mejor estaba por venir.

A Wimbledon llegó como el número 21 del mundo, pero la organización del Abierto de Inglaterra lo ungió como el duodécimo favorito. No podía ser de otra manera para un tricampeón caído en desgracia en el último año y medio. Bien ahí el torneo más antiguo del mundo que hizo un gesto parecido con Serena Williams quién producto de su reciente condición de madre abandonó las 100 primeras del ranking de la WTA. Serena, como sabemos, disputó la trigésima final de su carrera.

En su camino al título en la catedral, Nole dejó en evidencia que su tenis estaba intacto. Sacó como en sus mejores tiempos, devolvió con una destreza y capacidad de anticipación increíbles, se movió y defendió con la ligereza que le conocíamos antes de la lesión y atacó con la profundidad que solo puede ejecutar un superclase como él. Ante Nadal, en semis, debió exigirse al máximo y estos atributos tuvieron su máxima expresión. Será uno de los grandes favoritos en el US Open y candidato permanente a seguir ampliando su cosecha de majors.

Djokovic no solo hizo noticia en el césped sagrado de Wimbledon. También dio que hablar fuera de la pista al desearle suerte a Croacia antes de la final de la Copa del Mundo. Su generoso comentario le valió algunas críticas nacionalistas, pero finalmente no hizo más que demostrar su estatura y transversalidad como uno de los tenistas más grandes de todos los tiempos. Y eso que su familia lo pasó pésimo en la guerra de los Balcanes.

Si me permite, cierro estas líneas con una anécdota. Marzo de 2012. Fernando González se retira del tenis tras caer con Nicolas Mahut en la cancha central del Masters 1000 de Miami. Consumada la derrota cita por la noche a sus colegas y amigos más cercanos a un bar en la zona de Brickell Avenue, en el centro de Miami. Llegan Nadal, Del Potro, Cañas, Lapentti, Nalbandián, Acasuso… y Novak Djokovic. El serbio se retira poco antes de la medianoche y en plena vía pública, antes de subirse a su auto, lo abordo para preguntarle por la carrera del chileno. Extremadamente gentil, no solo me da una larga nota –a un tipo desconocido en medio de la oscuridad­– sino que al final le deja un saludo a mi hijo que por entonces con 15 años jugaba torneos nacionales y Cosat. Ese saludo de Nole se viralizó entre todos los tenistas Juniors de Chile llamados Diego. No es habitual que un superatleta tenga ese nivel de sencillez.

Bienvenido de vuelta a la elite del tenis mundial. Roger y Rafa tienen compañía.