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Un equipo con el corazón roto

Universidad de Chile tuvo una semana desastrosa. Había comenzado con balazos afuera de su centro de entrenamiento y terminó con una goleada en Antofagasta. Debe ser de las peores semanas desde los tiempos de la quiebra de la Corfuch o, tal vez, desde el descenso a Segunda División, en enero de 1989.

El cuestionamiento a Azul Azul es fuerte. Primero por la vinculación con los barristas tras el hecho delictual del martes. Aunque la U demostró tener todo el regla, el grave incidente que le pudo costar la vida a varios de sus seguidores no pasa inadvertido y si no mancha, empaña.

Luego, a la gestión. La salida de Mauricio Pinilla, símbolo y emblema del equipo, caballito de batalla de la actual administración, a quien fueron a buscar con un gran esfuerzo a Italia para que llegara a ganarlo todo, se marchó a la primera oferta. Y no fue precisamente el ofrecimiento de un gigante del fútbol sudamericano.

El tema le rompió el corazón a los hinchas de la U, quienes siempre se han sentido como propietarios monopólicos de la fidelidad y el misticismo en el fútbol chileno. Lo de Pinilla no encaja en ninguna excusa posible y, por el contrario, mancilla la honra de los azules.

La partida de Ángelo Araos duele más en el fondo que en la forma. Si bien Pinilla era un ídolo, queda la sensación de que es reemplazable. Pero el antofagastino era una joya que recién comenzaban a pulirse, sin que los azules vayan a poder disfrutar de su brillo.

La historia termina el sábado, con una goleada por 4-0 ante Antofagasta, una de las peores de la historia, pero que no suena tan dolorosa después de haber perdido hace un par de meses por 6-1 contra Unión La Calera.

Los azules no apuntaron ni un tiro al arco contrario en uno de los peores partidos que se les recuerde. El equipo no se desdibuja por la ausencia de Pinilla y Araos. El cuadro azul se viene abajo después de sufrir golpes anímicos difíciles de resistir. En la cancha, sus jugadores solo querían que se terminara luego el sufrimiento. Y, de paso, la semana maldita.

El crítico de televisión Larry Moe, intransigente hincha azul, libra una mínima expresión de fe para sus huestes con una ironía que él espera de todo corazón que sea premonitoria. Quizá una última esperanza: "En 1994 Arturo Salah y en 2017 la Gata Fernández se fueron a la mitad del torneo. Al final, la U fue campeona ambas veces".