Tikitakas
El desconocido vínculo del rey del rock and roll con el deporte
El rey del rock, fallecido hace 41 años, era fanático de las artes marciales y perfeccionó su práctica mientras hizo el servicio militar.
Elvis Presley era su guitarra, su rock and roll, sus bailes, su jopo con tres aceites, lacas, gominas o vaselinas diferentes, la histeria de las fanáticas y la peligrosísima "pelvis de Elvis". Pero también fue cinturón negro de karate, uno de los pocos no orientales de esa categoría en esos tiempos, y cultivó con pasión una disciplina que posteriormente se popularizó a este lado del mundo gracias, entre otras cosas, a las películas de Bruce Lee.
El vínculo del rey del rock con las artes marciales comenzó en 1958 en Fort Hood, cerca de Waco, Texas, donde Elvis fue enviado a realizar el servicio militar. Vio una demostración de jujitsu y quedó cautivado. Un año después lo destinaron a Alemania, en donde el instructor Juergen Seydal, especialista en Shotokan, ayudó a Presley a cultivar su talento. Ahí comenzó un romance que duraría hasta el final de su vida.
A su regreso a Estados Unidos, Elvis grabó un álbum de gospel "His hand of mine" y en la solapa llevaba el broche del cinturón negro de artes marciales. Se entretenía enseñándoles y practicando con sus guardaespaldas. En la película G. I. Blues, de 1960, debieron maquillarle la mano machucada de tanto romper tablas y habitualmente la escondía detrás de la guitarra durante la filmación.
Elvis fue un aprendiz rápido, pero su convulsionada vida de estrella hizo que el ascenso en las artes marciales no fuera expedito. Obtuvo el segundo dan en 1963, el quinto en 1971, el sexto en 1973 y el octavo en agosto de 1974. En varias de sus películas mostró su talento para el karate, como en la ya citada G. I. Blues (1960), Wild in the country, Blue Hawaii, Folow that dream, Kid Galahad y Double trouble, entre otras.
El intérprete de Suspicious minds tenía una obsesión por grabar una película sobre artes marciales de calidad. Participó de tres proyectos, pero solo del primero se conoció algo. Se llamaba The new gladiators y se alcanzaron a rodar solo 40 minutos el 16 de septiembre de 1974. La idea era que Elvis la narrara, protagonizara y financiara. Nunca se terminó de hacer.
Al día siguiente de su última actuación en vivo, Elvis fue a ver un show de Tom Jones en Las Vegas. El Tigre lo invitó a subir al escenario y el rey del rock dio una exhibición de 20 minutos de... karate.
El día que murió de infarto agudo al miocardio en Graceland, Elvis traía consigo el carnet que lo acreditaba como cincutrón negro.