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El fútbol y el triunfo del No

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El mundo de los futbolistas miró bien de lejos el plebiscito de 1988, que puso fin a la dictadura cívico-militar que gobernó a Chile desde 1973. Una postura que puede aparecer como prudente, considerando lo que había sucedido en el país hasta el 5 de octubre de aquel año.

Carlos Caszely fue el único que rompió la tónica. Su aparición en la franja del No, junto a su madre quien había sido víctima de violaciones a los derechos humanos, causó un revuelo total. Se sabía que el ex goleador de Colo Colo y la Roja era un férreo opositor a la dictadura, pero había que tener agallas para mostrarse en pantalla.

Era otro fútbol, otra época y mirarlo desde la óptica de hoy resulta disparatado. La actividad no tenía la repercusión social actual y los futbolistas eran vistos como hombres dedicados únicamente a lo suyo. Cualquier aventura por ámbitos distintos, agriaba la mirada y generaba hartos cuestionamientos. De ahí que la celebración de los 30 años del triunfo del No en el plebiscito de 1988 no contemple una presencia significativa del mundo del fútbol.

Entonces, Audax Italiano cumplía su segunda temporada en la antigua Segunda División, que hoy es la actual Primera B. Ese año fue funesto, pues el club estuvo a punto de descender a Tercera y solo en una terrorífica definición contra Malleco se pudo mantener la categoría. En 1989 me integraron formalmente al primer equipo, pero el año anterior había tenido la oportunidad de entrenar esporádicamente con el plantel. Lo anterior me permitió formarme una opinión de cómo era el fútbol el año del plebiscito.

El campeonato de Segunda División se disputaba en dos zonas, Norte y Sur, integradas cada una por 12 clubes y, salvo alguna definición, no existían los partidos 'interzonas'. La más exigente era la competencia del norte, porque la componían clubes que representaban a grandes ciudades y por ende tenían mayor poder económico. Los mejores jugadores estaban en Arica, Antofagasta, Atacama o Coquimbo, por ejemplo.

Era un fútbol más criollo. Solo podían actuar dos extranjeros y, como no había una actividad incesante de representantes de jugadores con la frontera más cerrada que abierta, los planteles tenían un perfil absolutamente nacional. Que un clásico, como el del domingo pasado entre la UC y Colo Colo, afrontara el pitazo inicial con 11 de los 22 jugadores en cancha nacidos fuera del país, era ciencia ficción en ese momento.

La mayoría en Chile usábamos zapatos de fútbol 'Soccer'. Incluso hasta la grandes figuras de Colo Colo, la U y la UC. Íbamos a la fábrica, ubicada en avenida Santa Elena en Santiago Centro, y después de mostrar el carné de jugador, hacían un descuento y comprábamos un par. Eran buenos y económicos (cosa importante para un jugador de Segunda División), aunque la durabilidad no era extensa: se deformaban y los que tenían la pisada chueca, terminaban con el zapato grotescamente inclinado hacia el costado.

Automóvil solo tenían quienes llevaban su años en el fútbol. El Fiat 147 'punta de tiburón' era el más 'taquillero' y lo conducían los que proyectaban una imagen juvenil. Otros optaban por el Fiat 125 o el Chevy Chevette, por ejemplo. El resto, andábamos en micro para todos lados. La línea 1 y 2 del Metro solo permitían movilizarse por el Centro, Providencia y Gran Avenida, esencialmente. Para ir La Florida, a los entrenamiento de Audax, había que viajar por Vicuña Mackenna, bajarse en el paradero 19 y caminar hasta el antiguo Municipal de La Florida.

Las grandes figuras actuaban en Colo Colo y Universidad Católica, clubes que estaban en mejor pie económico. La U no podía darles pelea en grandes contrataciones y ese 1988 lo pagó muy caro, porque terminó descendiendo a Segunda División. Los cracks eran más mundanos y estaban al alcance de todos los hinchas y de la prensa. Las entrevistas acontecían antes, durante (en el entretiempo) y por supuesto después de los partidos. Y hablaban todos, incluso hasta después de sufrir una ominosa goleada.

Recién en ese momento el Nacional y Santa Laura dejaban de ser los únicos hogares del fútbol chileno. La carencia de recintos provocó que incluso se disputaran jornadas triples en Ñuñoa e Independencia, pero la inauguraciones de San Carlos de Apoquindo y el Municipal de La Cisterna, durante ese año, ampliaron la oferta de estadios. Audax jugaba desde 1987 en La Florida. Para la Segunda División, el césped era un lujo (si hasta en el diario La Cuarta lo apodaban 'El Wembley de La Florida'). Sin embargo, las galerías de fierro y madera nos recordaban que allí se jugaba el campeonato del ascenso chileno.