Arturo Vidal está enojado. Él mismo lo reconoció cuando aterrizó en Miami para sumarse a la Roja con miras al partido amistoso de este viernes contra Perú. "¿Cómo uno va a estar contento cuando no juega? Menos yo, que soy un jugador que siempre ha luchado, que ha estado en los mejores equipos del mundo", dijo al bajar del avión.
Seguramente, al mediocampista nacional nunca se le pasó por la cabeza que su suplencia iba a ser tan evidente en los primeros meses en el Barcelona. Es un 'animal' competitivo. Jugó siempre donde fue, se impuso con su fútbol y triunfó. Los títulos con Juventus y Bayern Munich nadie se los regaló. Está claro que le duele mucho el presente que vive en España.
Luego de ingresar a minutos del final contra Tottenham por la Champions League y después de quedarse todo el duelo en la banca ante Valencia, otra vez se le soltaron los dedos en la redes sociales. Un emogi de desagrado y una críptica frase con el personaje bíblico Judas como protagonista dejaron la tendalada. ¿Resultado? Empezó a hablarse más de Vidal por sus reacciones en Instagram que por sus atributos futbolísticos.
El cuadro catalán es un club especial. La 'Filosofía del Barcelona' no es una ficción: existe en la cancha y también fuera de ella, exigiendo un comportamiento vinculado en todo momento con la armonía grupal, la discreción y el respeto. Que haya salido el manager del equipo a decir que Vidal pasó a llevar a sus compañeros no es casual. Refleja que en el club quieren que el mediocampista, en buen chileno, la corte.