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El paso gigante de Garín

Ser tenista profesional en Chile y romper la barrera de los 100 primeros del mundo es toda una conquista. A diferencia de argentinos y españoles, que en buenas épocas llegaron a tener al mismo tiempo una decena de exponentes en ese selecto grupo, en este lado de la cordillera Christian Garín se convirtió recién en el décimocuarto jugador en la Era Abierta en alcanzar dicha meta. Sí, solo 14 en medio siglo de historia. ¿Pocos, no les parece, para un país supuestamente con tradición tenística?

En el intento por acceder al top 100 quedaron varios ex números uno de Chile, jugadores con interesante potencial o que obtuvieron notables triunfos. La lista es conocida: Sergio Cortés, Gabriel Silberstein, Adrián García, Hermes Gamonal y Felipe Rivera, entre otros. Cada uno, por distintos motivos, no lo logró romper la barrera de los 100 mejores. Gonzalo Lama, llegó a figurar en el puesto 160 del ranking ATP y hoy fuera de los 500 primeros lucha, sin lesiones, por volver a ser el jugador que fue.

En ese contexto, no hay más que aplaudir el ascenso de Garín, quien al encadenar su decimoquinta victoria consecutiva y ganar en Lima su tercer challenger en línea quedó 89° del mundo. Una estupenda secuencia que revela su madurez y progresos tenísticos. Una racha que en un mes lo hizo mejorar 50 lugares y asegurar su ingreso al cuadro final del Abierto de Australia.

Tal como se dijo anteriormente en este espacio, que Jarry y Garín destacaran en el competitivo mundo del tenis era cuestión de tiempo. Y aunque ese tan habitual ejercicio comparativo del periodismo indique que su irrupción entre los 100 primeros fue más tardía que Ríos y González, o similar a la de Massú, ¡qué diablos importa! Garín está haciendo la carrera a su ritmo, con sus armas y talento y sin más presión que aquella impuesta por sí mismo y su equipo técnico. Lo mismo corre para Jarry. Acá, lo relevante. Lo que realmente importa es que ambos tienen mucho margen para aprender, seguir creciendo y, por extensión, mejorar su ranking. En la medida que ello ocurra, solo habrá buenas noticias para el tenis chileno.

Si de indicadores se trata, hoy el promedio de edad de los Top 10 es de más de 30 años. Y si se hace extensivo a los 20 mejores, baja a 28. Jarry, con 23 años, y Garín, con 22 años y 4 meses, tienen una vida por delante, tenísticamente hablando. Quizá algún iluminado dirá que entre los Top 20 hay cinco jugadores de su generación o menores. Sí. ¿Y qué? Bien por Zverev, Coric, Tsitsipas, Medvedev y Kachanov, pero si vamos a comparar que sea con un sudamericano: Diego Schwartzman tuvo los mejores resultados de su carrera a los 25 años… Y acaba de cumplir 26.

Hay más de dos mil tenistas con ranking ATP y decenas de miles de entusiastas juniors que sueñan con ser profesionales. La inmensa mayoría de esos juveniles quedará en el camino y un altísimo porcentaje de quienes figuran en la clasificación mundial nunca llegará al Top 100. Ser bueno en este deporte está destinado para unos pocos, depende de múltiples factores, de talento, perseverancia, profesionalismo a toda prueba y, especialmente, de tener cabeza para la alta competencia. Hallar esa ecuación y pulir a un jugador con esas características es ganarse la lotería entre miles de apostadores.

El paisaje es tan evidente que la propia ATP decidió a partir de 2019 acotar el ranking y, en acuerdo con la ITF, determinó que solo reconocerá el puntaje de los campeonatos futuros de semifinales hacia arriba. Esto, va de la mano con una mejora en los premios de los challengers, que ahora tendrán cuadros de 48 jugadores. Así el ranking ATP se reducirá a alrededor de 750 u 800 jugadores y convivirá con el ranking ITF del circuito de transición. Una clasificación secundaria.

¿Qué hay de distinto en Garín hoy respecto de hace un año? Además de casi 300 lugares a favor en el ranking, una gran velocidad de piernas, un tenis más completo, una consistencia al alza que ha sido clave para su inserción arriba y una madurez que le augura grandes cosas. En estas cuatro semanas hay demostraciones evidentes como los match points salvados ante Clezar en la primera vuelta de Campinas, la solvencia de su segunda final ante Delbonis o las remontadas frente al mismo Delbonis y Dellien. El número dos de Chile sabe que es capaz de dar vuelta partidos durísimos o ganar sin jugar bien. Eso, en el tenis, es determinante para seguir escalando.

Bienvenido Garín, el 14° tenista chileno en las grandes ligas de la Era Open. Lo mejor aún está por venir.