Imperativo ganar
Reinaldo Rueda tuvo un amargo desembarco en Temuco donde más de un centenar de hinchas que esperaban a la Roja en el hotel de concentración lo recibió con pifias y emplazamientos. Una expresión más de la ley no escrita del fútbol que apunta al entrenador de turno como el principal responsable de la irregularidad o mal funcionamiento de un equipo. Nada nuevo en el vecindario. Sucede acá y dónde a uno se le ocurra mirar.
Más allá del mal rato para el técnico colombiano, el contexto tampoco lo ayuda. La gente le brindó una afectuosa bienvenida a los jugadores y eso revela que el foco se ha traslado peligrosamente a quién debe comandar la defensa del título de Chile en la Copa América de Brasil 2019. Este contraste, añade una cuota de presión aún mayor para el partido de este martes ante Honduras y, sobre todo, de cara a lo que viene más adelante. Técnicamente, a Chile solo le quedan tres partidos preparatorios oficiales antes de debutar en el torneo de selecciones sudamericanas. Por eso para Rueda y la salud del proceso es muy importante mejorar y tener una actuación convincente frente al combinado centroamericano.
Hay que convenir que el diagnóstico está claro hace un buen tiempo y, por lo tanto, la implementación de los ajustes tácticos y del funcionamiento colectivo son los grandes temas pendientes para un cuadro que en pocos días pasó de jugar muy mal ante Perú a ganarle merecidamente a México y, ahora, después de caer ante Costa Rica podría reivindicarse frente a Honduras. ¿Cuál entonces es el verdadero Chile? ¿El que iba perdiendo 3-0? ¿O el que con el orgullo herido metió al cuadro tico en su arco y estuvo a punto de empatar? Hallar el equilibro, dotar al equipo de regularidad y solvencia son los objetivos más urgentes que debe atender el seleccionador.
Por estas horas, cuando las críticas contra Rueda arrecían, hay que ser justos y situar las cosas en su debida dimensión. No pude pasar inadvertido el rol de los jugadores, cuyos rendimientos, salvo contadas excepciones, están por debajo de lo esperado. El ejercicio es simple, pero útil para comprender el momento de la Roja. Basta comparar. Varios seleccionados respecto de una o dos temporadas atrás tienen menos continuidad en sus clubes o se han trasladado a ligas menos competitivas. Otros, que fueron parte de los planteles campeones de América, por distintos motivos no están siendo considerados. Es una realidad y debe ser parte del análisis. No todos los caminos conducen a Rueda.
Con todo, después de nueve partidos al mando, Rueda tendrá que evaluar si persiste, contra viento y marea, con la dupla Roco - Maripan. Si Opazo está en condiciones de disputarle la titularidad a Isla y, tras varios ensayos, deberá elegir al lateral izquierdo. En la zona de los volantes, el regreso de Aranguiz contribuirá muchísimo al funcionamiento, pero le corresponderá tomar decisiones respecto de Reyes, Pulgar y Valdés. No caben todos. ¿Vidal? Inamovible ¿Pero en qué función? ¿Valdivia? ¿También caso cerrado?
Arriba, donde al igual que en el proceso anterior la Roja sigue padeciendo falta de gol, el asunto es más complejo. Por la falta de confianza de Alexis, la justificada ausencia de Vargas y el acomodo de Castillo. El elegido debiera ser ariete del Benfica. Es el que viene y hay que darle un espaldarazo en serio. Afortunadamente, todavía quedan varios meses para la Copa América porque, quiérase o no, el rendimiento individual de los jugadores en ese instante será clave.
Por ahora, lo que cabe es enfriar la cabeza y darle un voto de confianza al plantel… aunque mucho margen no va quedando.