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El fútbol está lleno de sorpresas y nadie puede asegurar que Universidad Católica tiene el título garantizado, pero este domingo dio un paso gigantesco hacia su decimotercera estrella. Sí, porque la UC requería vencer a un encumbrado O’Higgins y ahora puede ser campeón incluso perdiendo ante Deportes Temuco el fin de semana venidero. A los cruzados no les tembló la mano.

Pese a que todo hacía presagiar que el equipo de Beñat San José tenía una parada mucho más difícil que la U, fueron los azules quienes enredaron puntos frente a Iquique. La irregularidad del cuadro de Kudelka reapareció en Ñuñoa mientras que en San Carlos de Apoquindo Católica entendió mejor que tenía una final por delante. Más allá del nerviosismo de algunos pasajes del segundo lapso, los cruzados resolvieron con calidad los no pocos problemas que le opuso el conjunto rancagüino. Sacó adelante la pega con chapa de campeón.

Si la UC está a un empate de ser campeón es por la convicción y capacidad de su entrenador, pero también por el innegable aporte del plantel, un grupo de jugadores que, independiente de la titularidad de uno u otro, comprendió que hacer una gran campaña era cuestión de todos. Tal como dijo Luciano Aued tras la victoria, “en este equipo solo hay una figura, Buonanotte”. Cierto, uno de los mayores méritos del cuerpo técnico ha sido alinear a sus futbolistas, potenciar a los más jóvenes y administrar una plantilla considerablemente menos costosa que la de Colo Colo y Universidad de Chile. En resumen, se trata de un equipo eficiente, como no hay otro en el campeonato.

Para el análisis más fino, especialmente si Católica es campeón, quedarán las consideraciones respecto del fútbol que despliega. De cuán vistoso o no es el equipo. A uno puede gustarle mucho, a medias o poco el modelo 2018, pero resulta indesmentible que estamos en presencia de un equipo solvente, que se arma eficazmente de atrás hacia adelante y ha tenido tres jugadores excluyentes: Dituro, Aued y Fuenzalida.

El gol de José Pedro Fuenzalida fue una postal de la UC actual. Centro de Vilches, un jugador hasta hace un mes y medio desestimado por San José, y definición exquisita del Chapa, cuya temporada no tiene nada que envidiarle a sus mejores campañas. Una ecuación perfecta, la combinación óptima entre un delantero hasta hace poco relegado y una pieza clave del once titular. Ese tipo de detalles marca una campaña, son parte de la base del éxito.

Con apenas ocho días de vacaciones después de la Copa de las Confederaciones y escasísimo descanso durante tres temporadas debido la apretada agenda de la Roja, Fuenzalida tuvo un 2017 muy bajo. Se convirtió en un jugador opaco, sin explosión y sin la cuota de gol acostumbrada. Sin embargo este año, con vacaciones adecuadas, volvió a mostrar su calidad y ha sido uno de los mejores jugadores del campeonato. Si Católica da la vuelta olímpica en Temuco, el gol del Chapa debería ser recordado como un momento clave del año. Bien por un jugador ciento por ciento identificado por el club, profesional a carta cabal, y fiel exponente, aunque con bajo perfil, de la generación dorada.