El milagro lila
Sabemos que la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas llegó para quedarse y que más allá de la excepción de Curicó Unido, que opera como una corporación de derecho privado sin fines de lucro, el fútbol chileno está en manos de particulares y no de los socios de cada institución. El paisaje es conocido y funciona. Mejor para algunos que para otros, pero funciona. Hay control financiero y los futbolistas cobran sus sueldos al día. Hoy lo que cabe, y se está tramitando en el Parlamento, es que haya mayor regulación y, por citar una corrección urgente, los representantes no puedan ser propietarios de los clubes como ocurre en la actualidad. Más adelante veremos si es posible avanzar a un modelo aún más democrático y participativo como el alemán.
Mientras Curicó sobrevive y es de primera, el Club Social y de Deportes Concepción acaba de darle al medio una enorme lección de humildad, eficiencia y reinvención luego de que Fuerza Garra y Corazón, la sociedad anónimas controladora del club hasta comienzos de 2016, fracasara estrepitosamente provocando que la ANFP desafiliara al cuadro lila cuando su deuda superaba los 1.300 millones de pesos. Hace dos semanas, el nuevo Deportes Concepción, administrado por sus socios, ascendió de quinta a cuarta división y este sábado, en la definición por el título, llevó 20.114 personas a estadio, más gente que la que presenció en Temuco el campeonato de Universidad Católica.
Tras la votación del Consejo de Presidentes en abril de 2016, Concepción quedó fuera de todo, incluso del fútbol amateur, y los dirigentes de entonces sospechados por administración dolosa. Este hecho, representa, por lejos, el mayor escándalo que hayamos presenciado bajo la actual institucionalidad deportivo financiera. Una muestra de ineficiencia, desarraigo y turbiedad. De completo desapego del sentimiento popular. Lamentablemente, y como suele ocurrir, quienes se llevaron la plata y esquilmaron al club lo hicieron con tal prolijidad –y desfachatez– que hoy caminan por la calle sin problema alguno.
Por fortuna para la historia de un club que no merecía un final de ese tipo, sus hinchas se organizaron, lograron que la ANFP congelara sus deudas, separase las platas según el origen de esos compromisos y permitiera que la ANFA lo aceptara en sus registros. No fue fácil. Pasó más de un año y medio para que el Club Social y de Deportes Concepción fuera nuevamente validado y compitiera en Tercera B. En el intertanto (2017), apenas pudo organizar un hexagonal amistoso con equipos de la zona, pero llevó más de 40 mil personas. Ahí quedó claro que el Conce era bastante más que un montón de cenizas de un incendio intencional.
Pese a estar fuera del Fútbol Joven de la ANFP en estos casi tres años la institución recuperó su esencia y el respaldo social, que con más o menos fuerza siempre estuvo detrás, creció a límites insospechados. Hoy el club cuenta con más de 140 niños, equipo de proyección, ramas deportivas fuertes, un complejo deportivo de 22 hectáreas y alta plusvalía en Valle Nonguén y, sobre todo, con ganas y orden para seguir creciendo y, en el mediano plazo, reinsertarse en el fútbol profesional.
En Tercera B todo es distinto a lo que conocemos. No existen contratos, ni salarios, solo ayudas económicas en un rango de 30 a 400 mil pesos. Amateurismo puro. En 2019, sin embargo, las cosas para el cuadro lila, suponen nuevos objetivos. Mejoramiento del plantel, traslados más costosos y la ineludible necesidad de gerenciar el club con altos niveles de profesionalismo para equilibrar las finanzas y continuar subiendo de categoría que es lo que miles de penquistas anhelan.
Ahora, y yendo todavía más lejos, el gran desafío de Deportes Concepción, después de este tormentoso pero feliz camino de retorno en su etapa más reciente, debiera ser volver al fútbol profesional bajo la misma estructura: como una corporación de derecho privado, como una expresión genuina de un fenómeno social vinculado al fútbol, heterogéneo en su base, pero cohesionado en el fin último de hacer sustentable al club. ¿El Conce de la gente? Suena bien. Si lo logra habrá dado una señal gigantesca de madurez y muy saludable respecto del orden que impera en el fútbol chileno. Porque como todo en la vida siempre debe haber más de una alternativa.