HERNÁNDEZ
Pinirevancha
A Pinilla este sábado prácticamente nada le importó. Ni siquiera que un alto dirigente de Colón dijera en la semana que no podía jugar por otro club. Nada.
No fueron nada fáciles los últimos 9 meses y medio de Mauricio Pinilla. Desde su traumática salida de Universidad de Chile que sepultó, quizá para siempre, el cariño de miles de hinchas azules que interpretaron como un agravio su fallida marcha a Colón de Santa Fe y, posterior demanda, contra Azul Azul. Interminables 285 días donde hizo más noticia en los tribunales que en una cancha de fútbol. Amenaza incluida, con penas del infierno, del equipo sabalero.
A Pinilla este sábado prácticamente nada le importó. Ni perder en la Corte de Apelaciones ni que la Corte Suprema haya declarado inadmisible su demanda. Ni que un alto dirigente de Colón dijera en la semana que no podía jugar por otro club. Nada. O casi nada. Porque la única herida, profunda, lacerante, es la molestia, el rencor que despierta su historia entre muchos seguidores de la U.
Por eso, Pinigol celebró con éxtasis su tanto ante Colo Colo. La escena, que pareció extraída de una final más que de la séptima fecha del torneo, fue un desahogo máximo tras meses y meses de espera e incertidumbre. 286 días después de su último partido, no solo reapareció y demostró su vigencia sino que por primera vez pudo derrotar al cuadro popular. Simbólico. Un hito necesario a esta altura de su carrera.
Solo Pinilla, en su fuero más íntimo, sabe cuán arrepentido –o no– está de su salida de la U, de las decisiones que tomó y los alcances de una negociación que terminó causándole un enorme daño en imagen y, de paso, un perjuicio patrimonial.
Pero si algo caracteriza al delantero, si algo ha marcado su carrera es su resiliencia, su capacidad para empezar de nuevo. Después de todo lo que ocurrió hubiera sido más sencillo seguir jugando fuera de Chile y darle tiempo al deteriorado vínculo emocional con la U, pero optó por quedarse, ir a Coquimbo y reengancharse en un equipo nominalmente de menor trascendencia.
Siendo Pinilla el mayor goleador chileno en la historia del fútbol italiano, jugador de selección y autor de anotaciones importantes por la Roja, no merecía, a sus 35 años, un adiós prematuro. Independiente de lo acontecido y que un porcentaje significativo de seguidores azules no le perdonen haberse marchado recién renovado y en tiempos difíciles para la institución universitaria.
Con todo, Pinigol está de vuelta, en lo suyo, marcando. En Italia, por muchos años, actuó en equipos donde el nueve debía ir al choque, en cuadros que generalmente no prevalecían en la posesión del balón y donde aprovechar los espacios se trataba en un asunto de supervivencia, un arte. Hoy, en Coquimbo, a menor escala y con matices, volverá a jugar en un conjunto que no está obligado a ser protagonista frente a los grandes del fútbol chileno. En ese contexto, puede marcar diferencias y ser tanto o más peligroso que en la U.
El gol ante Colo Colo así lo refrenda. ¿Pero atenuó en algo el despecho de los hinchas azules? Está por verse. La verdadera prueba de fuego será la duodécima fecha cuando la U y Coquimbo se enfrenten el 12 de mayo en el Estadio Nacional. Por ahora, Pinilla volvió a marcar y está bien, es lo normal. ¿Sobre el resto? Será tiempo quién ponga las cosas en su lugar.