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CHILENOS POR EL MUNDO

El chileno que brilla en el Mundial de sacerdotes del Vaticano

Ignacio Pizarro (31) disputa la versión 13° del torneo más importante de curas en el mundo. "Me ha tocado jugar en la mañana y celebrar misa en la noche", cuenta la figura del Pio Latino Americano.

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El chileno que brilla en el Mundial de sacerdotes del Vaticano

Dicen que la Clericus Cup del Vaticano se vive con una participación solo comparable a un Mundial de Fútbol. Parece una exageración, pero la realidad es que cada año llegan 360 jugadores de más de 60 nacionalidades diferentes para disputar una competencia que solo recibe a sacerdotes y seminaristas. Entre ellos, un chileno oriundo de Peñalolen: Ignacio Pizarro (arriba, primero de izquierda a derecha).

"Soy sacerdote desde hace dos años. Hice toda mi formación en Santiago, y en septiembre del 2018 me vine a estudiar Teología Bíblica en la Universidad Gregoriana. Antes de mandar cualquier papel o de tener la visa para ir a Italia, ya me habían preguntado si quería jugar a la pelota porque estaban armando el equipo del 2019. Yo les dije que contaran conmigo", relata a AS. El torneo ya vive su versión 13°.

Un sacerdote chileno (José Ignacio Fernández), y oriundo de Talca, se enteró que Pizarro llegaría a Roma. Y lo fichó para el Pio Latino Americano, club que por estos días participa en el grupo B del torneo, y que está conformado por bolivianos, hondureños, ecuatorianos, brasileños, colombianos, mexicanos y panameños, entre otros.

"Algunos no duran todo el partido, así que necesitamos por lo menos 15 jugadores", cuenta Pizarro entre risas. Son cinco cambios, en dos tiempos de 30 minutos. Una de las particularidades es la tarjeta azul: si la muestran, debes esperar cinco minutos y pedir perdón al árbitro para volver a jugar.

El DT es Rosendo Torres, un experimentado cura de Perú: "Él nos junta antes de los partidos, saca su pizarra y hablamos de cómo jugar. A veces entrenamos durante el año a practicar algunos movimientos. El entrenador es fanático del fútbol", cuenta. La historia dice que el Papa Francisco bendice la copa antes de cada final. 

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Figura en la victoria

"Hay que destacar el excelente desempeño del central chileno, Ignacio Pizarro, un hombre de garantía en el juego exclusivamente defensivo de su club". Así se elogió el desempeño del sacerdote nacional en el sitio oficial del campeonato durante el triunfo por 1-0 ante San Paolo.

Él ríe: "Salió como lo planificamos, entonces...". Y vuelve a reír. "El DT me preguntó si me animaba a jugar de central. Y le dije que sí. Gary Medel es mi modelo, me gusta jugar en el mediocampo o en la defensa. El tema es que yo soy chico y jugábamos contra un equipo lleno de africanos. Estaba muerto de miedo porque pensé que me iban a pasar por encima. Tenemos jugadores de más de 40 años y no podemos jugar a la velocidad, entonces nos dedicamos a esperar".

El debut había terminado por 7-0 en contra ante Gregoriana: "Fue un desastre, mejor olvidarlo. No nos conocíamos tanto, entonces nos bajó la moral. Nos juntamos un jueves a conversar sobre lo que pasó e hicimos un recauchaje mental. Lo necesitábamos...". El próximo duelo será contra Altomonte el 4 de mayo. Si ganan, clasifican a segunda fase. 

- ¿Y los sacerdotes pegan patadas muy fuertes?
- Nosotros no tenemos ninguna amarilla. Han sido partidos bastante limpios y creo que deberíamos meter un poco más la 'patita'. Pecamos de inocentes. Vi otros partidos. En uno se pegaban normal, sin mala leche... y en el otro hubo un expulsado por lado y como que se calentaron más las cosas. Fueron un poco pasado de revoluciones.

- ¿Le ha tocado ir a misa después de un partido?
- Obvio que me ha tocado ir a misa, si yo no me dedico a jugar a la pelota. Como es el sábado, me ha tocado celebrar misa en la noche. No se me topa altiro... tengo misas todos los días. No siempre en el mismo lugar y con la misma gente.

La Basilica de San Pedro es la primera imagen que aparece de frente después del pitazo final. Y antes de partir a misa, llega el momento de recordar la tradición postpartido: saludar a cada compañero sacerdote, olvidar los enojos con el rival... y persignarse. Porque el fútbol, como en todo el planeta, se vive con la misma pasión en el mundo parroquial. Y el Vaticano no es la excepción.

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