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HERNÁNDEZ

Todos son responsables

Todos son responsables
JAVIER SALVO/ PHOTOSPORT

Esta semana la cuenta de Twitter de ADN encuestó a sus seguidores sobre el último capítulo del caso Bravo - Vidal y el resultado fue categórico: más del 70% cree que tendrá implicancias deportivas perjudiciales en la Roja. La irreconciliable relación entre el ex capitán y Arturo Vidal, que se extiende hace un año y siete meses, acabó por condicionar todo en la selección y afectar, en distintas dimensiones, desde Reinado Rueda hasta cada uno de los miembros del plantel.

A menos de tres semanas de la Copa América, los aficionados, cargados de pesimismo, se dividen entre bravistas y vidalistas y quienes critican o apoyan al técnico colombiano. Mientras tanto los protagonistas centrales de este largo quiebre solo hablan a través de terceros o sus redes sociales. Insólito. Nadie abordó a tiempo el conflicto y se cometieron errores no forzados increíbles.

Que Bravo no haya desmentido al periodista Juan Cristóbal Guarello, a quién llamó para contarle que Rueda no respetó el acuerdo que alcanzaron en Manchester para formar parte del plantel de la Copa América y, de paso, relatar la indisciplina previa al partido de 2017 ante Paraguay, demuestra que su versión se mantiene intacta.Y desnuda tanto la presunta inconsecuencia de Rueda como la responsabilidad de Vidal y su grupo más cercano en la eliminación de Chile de la copa del mundo. Un misil intercontinental, con una ojiva nuclear, que la contraparte, a su manera y protegido por el blindaje que le conocemos, no tardó en responder a través de notas de prensa y miembros anónimos del plantel.

Bravo tiró el mantel y reinstaló un conflicto que nunca dejó de estar latente. Un tsunami que dio tiempo para huir pero del cual nadie se escapó. La ola, probablemente iba a llegar igual, pero nadie activó la alarma ¿O acaso alguien pensó que las partes se iban a reconciliar dos semanas antes de la Copa? Lo cierto es que el arquero del Manchester City nunca dio señales de acercamiento ni Vidal tampoco. Y nadie vio venir este nuevo episodio. Quizá Rueda y la ANFP creyeron que la larga lesión del meta decantaría en su ausencia obligada, pero Bravo y sus reiteradas publicaciones entrenando en Inglaterra revelaban que su cabeza estaba en Brasil.

Cuesta entender cómo un técnico con la experiencia de Rueda no calibró la magnitud del conflicto ni lo abordó con anterioridad. Nada garantizaba que una mediación hubiese allanado un eventual abuenamiento, pero al menos el escenario habría estado claro hace largo rato. Y también las acciones posteriores. Si efectivamente, Bravo le reprochó a Rueda en Manchester lo mucho que se demoró en visitarlo y le dijo que no tenía nada que arreglar con nadie, todo lo sucedido no extraña en lo más mínimo. Era previsible.

En esta pasada, nadie se libra, todos tienen alguna cuota responsabilidad. Bravo con su individualismo, Vidal con su indiferencia y ambos con su falta de autocrítica. Rueda, al no tasar la verdadera magnitud del conflicto y el directorio de la ANFP con su inacción. Eso de darle tiempo al tiempo, puede funcionar para ciertas cosas, pero no para una transgresión de códigos tan brutal como la que reclama en off el volante del Barcelona y su entorno.

Si de un criterio netamente técnico se trata, Bravo tendría que haber estado en la lista de 23. Pese a su inactividad, le saca una amplia ventaja a Cortés y Urra y, además, era una gran alternativa para eventuales definiciones por penales. Pero finalmente hoy está en Viluco y no en Juan Pinto Durán descartado por convivencia porque Rueda leyó que el camarín se le incendiaba. El colombiano decidió no nominarlo, solito, no porque lo vetaran sus ex compañeros o fuese una falta de respeto a su trayectoria como dijo públicamente. El técnico colombiano, simplemente, optó por el liderazgo de Vidal y su estupenda temporada en Barcelona.

Normalmente, este tipo de conflictos afectan a los jugadores, muchos de los cuales han salido a desmentir ciertas versiones a través de sus redes sociales. Un panorama distractivo, indeseable para un equipo que debería estar pensando en la defensa del campeonato y no en retrucar a los medios. Con todo, veremos si a los sobrevivientes de la generación dorada les queda algo del fuego sagrado que empezó a extinguirse después de la Copa de las Confederaciones. Por los hinchas y por una historia que merece un último capítulo de gloria ojalá que removiendo las brasas algo bueno suceda.