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El cambio que Rueda debe hacer en la Roja

"¿Alexis, Vidal y los otros jugadores, 10 años después, van a jugar con esa misma intensidad?". Reinaldo Rueda respondió con otra pregunta a la consulta -con un evidente tono de crítica- respecto de la baja en el ritmo de juego que muestra la Roja bajo su dirección técnica. Hoy, Chile juega más lento, está claro, pero todavía no sabemos si eso será bueno o malo.

Lo más seguro es que la suerte que la Selección corra en la Copa América aclarará el asunto. No olvidemos: lo único que importa es el resultado, aunque no se esté de acuerdo. Sobre todo en este país de emergentes ganadores en el fútbol, ávidos aún de restregar en la cara el bicampeonato de la Roja. Al estilo del "Respeto. Por aquí pasó el Campeón de América", frases escritas en el camarín del Nacional de Lima en las Eliminatorias pasadas, cuando comenzó al desequilibrio emocional para quedar fuera del Mundial de Rusia.      

La tesis de Rueda no parece descabellada. Ha pasado más de una década desde el inicio del ciclo virtuoso en la Selección, con participación en dos Mundiales, un subcampeonato de la Copa Confederaciones y los títulos continentales en Santiago y Estados Unidos. Ahora, en una instancia de verdad, por los puntos, Chile va a jugar distinto, de forma pausada, porque los ejecutantes ya no son los mismos.

Para los que tenemos más años, este modelo de juego realiza un link automático con episodios de antaño, marcados por las derrotas y la frustración, con Chile sin pasta para la competencia internacional. De ahí que el estilo pueda ser considerado por muchos como una herejía.

Más allá de todo, es respetable lo que propone el entrenador nacional. Pero hay un aspecto táctico, en cuanto al sistema de juego, que exhibe cierto desacople con la realidad que plantea. Ante Haití, Rueda volvió a alinear tres delanteros, Fuenzalida, Castillo y Vargas. Sin embargo, el equipo mejoró en el segundo tiempo, cuando el DT restó un atacante y agregó un cuarto volante. El rombo en el mediocampo lo conformaron Pulgar, Aránguiz, Hernández y Vidal.

Con gente de sobra para cubrir las subidas simultáneas de los laterales, Isla y Beausejour por momentos actuaron como punteros, llegando sistemática y peligrosamente por las puntas. La dupla de ataque integrada por Fuenzalida y Vargas recibió juego múltiple desde la zonas laterales y Vidal y Aránguiz, con su accionar permanente por el centro, garantizaron las habilitaciones en el eje de la cancha. Así, Chile pudo insistir en ofensiva para evitar una derrota que no estaba en ningún cálculo.

Cuando el cuadro nacional fue atacado, el genoma defensivo de los cuatro volantes le otorgó seguridad al equipo. Todos tienen impregnado el 'don' de la Reconversión (pasar de ataque a defensa y viceversa inmediatamente), lo que garantiza un ida y vuelta 2.0, de esta época en la Selección, con jugadores con un desgaste por una década en la lucha internacional. Convenzámonos, los recorridos en la cancha y su intensidad ya no serán los mismos.

En cada contraataque de los haitianos durante el primer tiempo, la Roja se vio algo desarticulada, sin los repliegues pertinentes para no correr peligro. El gol de Pierrot en la escuadra visitante, a los 26 minutos, ratificó la falencia. De los tres de arriba (Fuenzalida, Castillo y Vargas), el apoyo defensivo por la banda solo fue evidente de parte del capitán de la UC. Rueda detectó la falla y corrigió en el entretiempo. Chile mejoró, con otra estructura táctica, que a todas luces es la más coherente para la Copa América.