Una buena Copa y un futuro incierto

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Terminada la copa y a la hora de un análisis más en frío lo primero que habría que evitar es caer en la simplificación de calificar la actuación de Chile como deficiente producto de sus tres derrotas, dos triunfos y un empate. Visto así y con menos de un 50% de rendimiento, la Roja, en los números, efectivamente quedó al debe, pero la reflexión debe ser mucho más amplia, multifactorial y en esa mirada hay más aspectos positivos que negativos. La sensación final producto de las derrotas ante Perú y Argentina no debe borrar los cuatro buenos partidos iniciales del combinado nacional.

Razón tiene Reinaldo Rueda cuando dice que Chile llegó a Brasil como el sexto de Sudamérica. Las frías estadísticas, en este caso, no mienten. Pero más allá de todas las consideraciones, contextos y evaluaciones tácticas, lo cierto es que remató cuarto entre 12 equipos. Un par de pasos adelante respecto del año y medio de ensayos y búsqueda de recambio del técnico colombiano.

Después de la fallida clasificación a Rusia, la eterna saga del caso Claudio Bravo y los infundados rumores sobre la renuncia de Alexis a jugar la Copa América, el plantel cerró filas y recuperó la memoria pese al dispar presente individual de cada uno de sus integrantes. Superó las expectativas. El que diga lo contrario constituye minoría.

En el suma y resta, hay que destacar un aspecto basal, que para muchos era la gran incertidumbre sobre el equipo: su competitividad. En ese sentido, la Copa América demostró que la Roja mantiene el fuego sagrado y puede plantearse objetivos mayores. En los hechos, la selección fue de más a menos, pero compitió. Derrotó categóricamente a Japón, sorteó favorablemente un partido rudo, físico con Ecuador, perdió inmerecidamente con Uruguay y derrotó por penales a Colombia debiendo haber ganado en 90 minutos. Quién no quiera ver esa mejora respecto de cómo Chile terminó las Clasificatorias o transitó los últimos 18 meses en las fechas Fifa es porque se quedó con la distorsión de los dos partidos finales.

Con todo, y más allá de la buena noticia de que la Roja recobró parcialmente su estatus, el declive se explica en motivos tan evidentes como la veteranía del plantel (vinculada a lo físico) y la falta de una mayor cuota de recambio. Ante Argentina, Chile alineó a 8 jugadores que participaron de la final de la Copa América Centenario. La renovación se expresó en el arco con Arias, en la zaga con Maripán, en la zona de volantes con Pulgar, uno de tres mejores con la camiseta roja y, en menor medida, con Paulo Díaz de buen cometido ante Uruguay y a quién le haría muy bien relanzar su carrera fichando por River Plate. Aire fresco a cuentagotas. Poco pensando en la carrera larga hacia Qatar 2022.

Dentro del reducido universo de los que aprobaron en el período de búsqueda y se consolidaron como alternativas viables hay solo defensas y un volante defensivo. Síntoma preocupante porque a ese grupo, esperemos, podrían sumarse Benjamín Kucsevic, Ignacio Saavedra o Francisco Sierralta, pero ¿y de medio campo hacia arriba? Nicolás Castillo no termina de consolidarse en sus equipos ni de convencer a Rueda, Angelo Sagal aún no da un salto de calidad y Junior Fernández nunca fue el delantero que despuntó en la U. Felipe Mora espera su oportunidad y otros como Angelo Araos, Jeison Vargas, Nicolás Guerra o Iván Morales deben cuajar una primero una temporada solvente, irreprochable antes de ser nominados y tener opciones reales de jugar en la selección. 

Lamentablemente, en los hechos, la Roja fue el único equipo en Brasil sin un sub 23 en sus filas. Concluyente, ¿no?

Aránguiz, Sánchez, Vidal, Vargas y Medel dieron, con matices, señales de vigencia, entusiasmo y compromiso. Confirmaron que van por más. El gran tema son los que vienen atrás. La generación del 97, la que fracasó en el Sudamericano de Ecuador y fue la base de la irregular participación en Toulon muestra destellos pero mayoritariamente está estancada. Esos jóvenes tienen que dar mucho más o Chile estará en problemas. A los bicampeones de América les queda pólvora, pero requieren reabastecimiento urgente, refuerzos de un potencial real, prospectos de categoría. Si ello no ocurre, el tramo final de las Clasificatorias a Qatar puede tornarse muy cuesta arriba.

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