El lugar de Sampaoli en la historia
De vez en cuando, la figura de Jorge Sampaoli vuelve a vincularse con Chile, a partir de algunas declaraciones del ex DT de la Roja o por hechos futbolísticos en el Santos de Brasil que retrotraen su presencia al escenario nacional. Ahora, el nexo surge por la millonaria demanda que junto a Sebastián Beccacece y el PF Jorge Desio presentó en contra de la ANFP. Los argentinos exigen el pago de cerca de 3.500 millones de pesos.
Están en su pleno derecho de presentar la demanda que se les cante. Echando un vistazo hacia atrás, lo de Sampaoli y sus ex colaboradores en la Selección es coherente con la forma cómo se manejaron al dejar Juan Pinto Durán. De acuerdo o no con el proceder, su actuar ante el Primer Juzgado Civil de Santiago no resiste reproches. Después la justicia dictaminará si lo de ellos poseía o no consistencia jurídica.
La querella detonó como una bomba y sirvió para constatar que la figura de Sampaoli en Chile no admite matices. Se le quiere o detesta, no hay términos medios. Negro o blanco, nada de grises, héroe o villano. La millonaria demanda restaura hoy el contexto ideal para ponderar el peso de la presencia del actual DT de Santos en la historia del fútbol chileno.
Que lo realizado con Universidad de Chile se ubica en lo más trascendente del club no admite ninguna discusión. Lideró al plantel que obtuvo la Copa Sudamericana en 2011 y a ello agregó un tricampeonato local. Para la mayoría de los hinchas azules despunta como el máximo ídolo entre los técnicos que pasaron por el cuadro azul en sus 90 años de existencia. Los argumentos son contundentes.
Para visualizar dónde Sampaoli se sitúa en el derrotero del fútbol chileno, la mirada hay que dirigirla hacia lo hecho al mando de la Roja. El logro cumbre es la obtención de la Copa América de 2015 en Santiago, el primer título en la historia nacional, la huella que quedará para siempre entre nosotros. Con un juego atractivo, de posesión del balón, ataques constantes y moderación en la intensidad de Marcelo Bielsa que acarreaba desde antes el equipo, Bravo, Vidal, Sánchez y compañía alzaron el trofeo en el Nacional.
Fue el triunfo de un modelo de juego reconocido nacional e internacionalmente. La conducción de Sampaoli en la cancha exhibe mínimos flancos de críticas. Está claro que los bemoles estuvieron afuera. La oncena venía operando bajo una forma de trabajo en la que el fin no justificaba los medios y eso, aparte del fútbol cautivante, también enamoraba. Al relato deportivo en la cancha se le unía una narración vinculada con los valores que atrapaba.
Cuando el DT no excluyó a Vidal del plantel por la indisciplina del choque abordo de su Ferrari, ahí se produjo el quiebre definitivo. Quedó la sensación de que todo era posible con tal de que Chile fuera el monarca. Después vino el título, el bus con el plantel recorriendo Santiago y, por supuesto, el festejo en La Moneda. Fue una especie de liturgia para certificar el cambio de paradigma en la Selección, de que ahora el fin justificaba los medios.
No es ninguna sorpresa la demanda de Sampaoli. Literalmente fue un 'parto' su salida desde la Roja, a pesar de tener contrato vigente y actualizado en su favor un montón de veces. El argentino se quería ir sí o sí e hizo todo lo posible para lograrlo, incluyendo la recordada frase del 'rehén' en Chile. Al final se fue como el gran técnico que obtuvo el primer título de valor con la Selección, reinstaurando la nefasta lógica de que solo importa la llegada no además el camino recorrido.