HERNÁNDEZ
Pásenle la copa a Católica
No es culpa de los cruzados la crisis de Universidad de Chile, la irregularidad de Colo Colo y la incapacidad de otros clubes de cumplir mejores campañas y amenazarlos en la punta
La idea se ha propagado con fuerza en las últimas semanas en algunos clubes de primera división: volver a los torneos cortos con play off. No hay detrás un estudio que proyecte mejores recaudaciones, mayor rentabilidad comercial o una medición probabilística que indique que tendrán más opción deportiva. Es más bien una manera poco razonable de evitar que a futuro un equipo se escape en la tabla como Universidad Católica.
En lugar que recurrir a este facilismo y promover un sistema a contramano de las principales ligas del mundo no hay que ir muy lejos para percatarse de que un torneo largo puede ser tan apasionante como competitivo. Aquí mismo, en la Primera B donde entre el primero y el undécimo hay apenas cuatro puntos de diferencia. Un tremendo campeonato.
Dejemos las cosas en claro. No es culpa de los cruzados la crisis de Universidad de Chile, la irregularidad de Colo Colo y la incapacidad de otros clubes de cumplir mejores campañas y amenazarlos en la punta. El momento de la UC que se encamina a un inminente bicampeonato tiene raíces profundas y se explica en múltiples factores de un trabajo sólido. Una labor que parte bien resuelta desde lo estructural con la figura de un gerente técnico como José María Buljubasich que más allá de los vaivenes propios de la actividad ha respondido con alta eficiencia. Al final del día, lo que cuenta es la toma de decisiones y en los últimos años el rol del exarquero ha sido fundamental. Lo mismo para el directorio de la Fundación que ha tenido la convicción de sostener una línea de trabajo en los tiempos difíciles y pese a las brutales presiones que hoy se expresan a través de las redes sociales. Una saludable política de largo plazo que probablemente coronará a Católica como el mejor equipo de la década.
En San Carlos de Apoquindo, a diferencia de lo que ocurre en Macul y, en su minuto, en el CDA, la veteranía de los jugadores nunca fue tema. Ahí radica otra clave del dulce presente cruzado. El equilibrio en la confección del plantel, con una cantera siempre generosa y acertadas contrataciones que dan margen incluso para equivocarse como en el caso del colombiano Duvier Riascos. En estos años, Católica tuvo menos presupuesto que los albos y mucho menos que la U de la administración Carlos Heller, pero siempre fue capaz de contratar bien, con sentido de futuro y particular astucia, aun teniendo severas limitantes derivadas de la amenaza del voraz mercado mexicano.
Hace exactamente 10 años vio la luz Cruzados SADP, empresa que, como sabemos, administra la rama de fútbol de Universidad Católica. Una figura con matices, pero no muy distinta a las que predominan en la industria. La concesionaria funciona y está lejos de los niveles de resistencia de sus pares pues han trabajado el sentido de pertenencia y, además, mantenido una vinculación implícita con un club deportivo que sigue a la vanguardia del deporte chileno y en 2020 inaugurará un gimnasio polideportivo de lujo, a metros del estadio, con una inversión de 9 millones de dólares. Una infraestructura, de paso, caída del cielo para los Juegos Panamericanos de Santiago 2023.
A menos de que suceda un cataclismo, la copa, el título 2019 del campeonato nacional será para Católica. Enhorabuena porque es el club que mejor trabaja. Ahora, la fase siguiente, el desafío que se viene es mirar otras experiencias exitosas como la de Independiente del Valle e intentar pagar la deuda de una buena campaña internacional. El equipo ecuatoriano o Colón de Santa Fe demuestran que se puede. Y los torneos largos, señores reformistas, contribuyen porque los procesos se consolidan y generan condiciones para dar el siguiente paso.
Llegó la hora de dejar de ser el patito feo del vecindario. Y en ese objetivo Católica tiene mucho que decir.