Vidal y sobrevivir con una pistola en la cabeza
“Odié cada minuto de entrenamiento pero dije: No renuncies. Sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón”. Con ese mensaje se despidió Arturo Vidal de Muhammad Ali luego de enterarse de su fallecimiento. No fue sólo un gesto. Ni una frase elegida al azar. Probablemente esa, dicha alguna vez por el icono de deporte mundial en el Siglo XX, sea la que podría resumir en mejor medida la carrera de Vidal, y la que más encaja con la personalidad del líder futbolístico y mental de esta generación chilena.
Porque Vidal no fue Alexis, el niño maravilla que deslumbró a todo Chile desde que debutó a los 16 años y su compañero inseparable desde los 19. Ambos compartieron el origen humilde, la infancia llena de carencias, pero Vidal tuvo que dar un paso más antes de pensar en el éxito deportivo: vencer a su cabeza y el olor a derrota que persiste en aquellos que nacieron en el lugar equivocado.
Porque Vidal, con su peinado mohicano y sus tatuajes del gueto, esconde también una personalidad indomable. No es el ídolo perfecto, ni quiere serlo. Es, en cambio, el que sabe que la vida es una ruta sinuosa y difícil que no se puede llevar sin cicatrices. Eso parece ser lo que Chile le reconoce. Lo ve más terrenal, más humano, más a medida, con errores que podrían cometer todos y que ha tenido que poner a prueba su carácter siempre. Incluso cuando todo parecía estar a su favor.
Vidal tiene la virtud de rehacerse cuando se siente más acorralado: vive como juega. Y quizás, sea esa la única forma de entender al jugador que pasó de protagonizar un accidente en su Ferrari, que pudo acabar con su carrera, a levantar la Copa América dos semanas después en un Estadio Nacional lleno y diciendo “En nombre de todo Chile muchas gracias”. Quizás sólo así se puede llegar a comprender cómo pasó de ser resistido por Pep Guardiola y Karl-Heinz Rummenige, a ser considerado indispensable en el Bayern Munich. “¿Vidal? Con él me voy a la guerra”, dijo el técnico español.
En una de las escenas más brillantes de The end of the tour, la película que habla sobre la entrevista que David Lipsky de Rolling Stone le hizo a David Foster Wallace, Lipsky le pregunta a Wallace. “¿No es genial que la gente hable de ti como de un escritor muy sólido?”. Wallace lo mira con piedad y responde. “En mi experiencia eso no es verdad. Lo peor que hay en el hecho de que todos te presten mucha atención es que también vas a tener atención negativa, y si eso te afecta, el calibre del arma que te apunta ha aumentado de una 22 a una 45”.
Vidal se ha acostumbrado a vivir con una 45 en la nuca, pero es como si le gustara. Hay quienes optan por vivir sin presiones, y otros que la única forma de funcionar es ponerse al límite. Vidal es de estos últimos. “Mientras más lo exijas más te da”, dijo alguna vez, Antonio Conte, su técnico en la Juventus.
Ahora lo que resta saber es como terminará la historia. Vidal ya sufrió. Ya no renunció. Ya se hizo. El esfuerzo, con 10 años en Europa, con dos mundiales en el cuerpo, con una Copa América en las vitrinas y su nombre entre los más grandes en la historia del fútbol chileno, parece haber valido la pena. Lo que falta entonces es saber lo que siente: si está sufriendo ahora o si ya vive el resto de su vida como un campeón.