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Cábalas y cerebro: la otra final

No podía dejar pasar la final de la Copa Libertadores protagonizada por River Plate y Flamengo, jugada hace unos días y que concluyó con el título del equipo brasileño, para comentar dos situaciones ligadas a la mente y el cerebro.

La primera de ellas obedece a la actitud que tuvo el delantero de Flamengo Gabriel Barbosa, apodado "Gabigol". Momentos antes del partido osó tocar la copa, lo que en el ámbito del fútbol es considerado una mufa.  "Tocar la copa antes del partido es una señal de atraer la mala suerte" y habitualmente se asocia a la derrota del equipo o algún otro maleficio, como por ejemplo, lesiones, expulsiones, autogoles, etcétera. En este caso no sólo no constituyó para Gabigol un problema adverso, sino todo lo contrario: Barbosa hizo los dos goles con los que Flamengo ganó en las postrimerías. ¿No funcionó la mufa? ¿Alguien hizo una contramufa? ¿Funcionaron mejor las cábalas? La verdad es que nada de lo anterior.

Está de alguna forma probado científicamente que ese tipo de ritos no influyen, sino que más bien obedecen a supersticiones y creencias irracionales. Las cábalas en el fútbol son eso. Desde el punto de vista psicológico pueden ser "leídas" desde una visión positiva, pero también pueden ser consideradas, desde el otro extremo, como negativas. ¿Cuándo consideramos las cábalas como positivas? Cuando las vemos como "reforzadores psicológicos", ya que muchas veces esos rituales ayudan a reforzar la motivación del deportista, sobre todo cuando las energías físicas y las reservas anímicas fallan. Entre estos "reforzadores psicológicos" se pueden considerar la presencia de familiares o personas importantes para el deportista, una meta y objetivo económico, un nivel de preparación previa, una charla con alguien específico, etcétera. Situaciones que en general conviven de manera natural con la preparación deportiva.

Pero una cábala puede ser también tremendamente negativa para un jugador o un equipo deportivo, cuando se utilizan elementos exógenos al deporte y que no tienen ninguna relación con la adecuada preparación. Entre los casos más típicos observados se pueden mencionar: entrar saltando en un pie a la cancha, ocupar siempre la misma camiseta (o en su defecto ropa interior), no lavarse los dientes, ocupar un mismo objeto, no tocar una copa, etcétera. Lo común de todos estos rituales es que ninguno de ellos ayuda efectivamente a mejorar el rendimiento, por lo que podrían ser considerados como "efectos placebos". Vale decir, el deportista se autoengaña creyendo que le sirve.

En definitiva es un mecanismo frente a una situación o hecho que le genera un alto grado de ansiedad y dudas en torno a las expectativas de eficacia. Es decir, no percibe que sus recursos naturales o adquiridos (capacidad física, entrenamiento técnico) le permitan lograr el objetivo deportivo.

Estos son temas mentales muy importantes, a la hora de fortalecer la mente de un futbolista. 

Y el segundo hecho al que hacíamos referencia ocurrido en la final es la declaración de Marcelo Gallardo, DT de River Plate, acerca del aprendizaje. Señaló (tal vez parafraseando a Bielsa) que cuando uno más aprende es en la derrota. Nuevos conceptos y paradigmas extraídos desde la neurociencia, confirman que el cerebro no aprende desde lo negativo, sino que más bien desde lo contrario: lo positivo. El mejor momento para generar cambios en nuestro cerebro es cuando nos encontramos emocionalmente bien y motivados (de hecho hoy se sostiene que el aprendizaje más eficaz es el que esta asociado a emociones positivas). Por tanto, lo que se ha observado es que un cerebro solo reacciona, y no cambia, frente a un hecho negativo, como puede ser una derrota. Los cambios y aprendizajes se producen de manera sostenida desde las experiencias positivas, siempre y cuando existan personas que puedan ayudar a canalizarlo así.

Es importante ir adquiriendo y aplicando estos nuevos paradigmas. No quedarnos con usanzas antiguas y que muchas veces resultan atractivos como mensajes para el hincha.