"En Guayaquil no respetaron las medidas": delantero chileno relata la crisis en Ecuador
Ignacio Herrera, delantero del Mushuc Runa, conversó con AS y contó cómo se vive el coronavirus por esos lados: "Es un país bien cristiano, llaman a rezar..."
Ignacio Herrera (32) es un "patiperro" del fútbol. Ha estado en varios equipos de Chile y en el exterior jugó en Kazajistán Azerbaiyán y Corea del Sur. En enero, el atacante nacional inició una nueva aventura en el Mushuc Runa, de la Primera División de Ecuador.
Todo iba bien para el "Nacho", pero el coronavirus -como en prácticamente todo el mundo- frenó todo. El jugador formado en la UC lleva 18 días en cuarentena y desde Ambato mira el caos que hay en Guayaquil, una de las ciudades más grandes del país y que ya cuenta con varios fallecidos. Muchos de esos cuerpos están en las calles por la falta de operación de las funerarias.
"El problema es más específicamente en Guayaquil, las imágenes de la TV aquí igual nos tomaron por sorpresa. Vimos lo mismo que ustedes. Si bien sabíamos que el principal foco estaba en Guayas, no nos imaginábamos que la cosa estaba a ese nivel. Acá en Ambato, en la sierra, hay 12 casos. La región está cerrada. Para entrar y salir hay que hacerlo con salvoconducto, pero eso no quiere decir que no estemos preocupados con lo que pasa en Guayaquil", señaló el ex jugador de Cobreloa en diálogo con AS.
- ¿Las imágenes de TV allá son más crudas o no?
- Lo que hemos visto en la TV es más o menos lo que se vio en Chile. Hay preocupación, porque se les fue de las manos un poco el tema. No esperaban que evolucionara tan rápido. Ecuador es un país bien cristiano y llaman un poco a la fe, a rezar, a cuidarse, a estar en la casa y a tomar medidas extremas. La semana que viene se va a decretar un toque de queda bien estricto, vas a poder salir una vez a la semana según tu último número de carné de identidad, y será solo para comprar. Las medidas acá se tomaron a tiempo, pero en Guayaquil no las respetaron.
- ¿Usted cómo está con todo este tema?
- Yo venía bien, estaba contento, llevábamos cinco partidos y había jugado todos los minutos, estaba cumpliendo los objetivos. Además, había alcanzado a llegar mi polola. Eso igual me tiene más tranquilo en la cuarentena. Nos pilló de sorpresa todo, ya llevamos 18 días encerrados con los planes de entrenamiento del club y otros amigos preparadores físicos que tengo. Estamos tratando de meterle onda a la cuarentena como todos (risas).
- ¿Y cómo anda la cosa con los supermercados o las farmacias?
- Yo noto un poco más de normalidad en Chile, no sé si eso será bueno o malo, pero la gente va al supermercado a comprar pensando en dos semanas para salir lo menos posible. Al lado de mi caso tengo un negocio de barrio y trato de complementarlo con eso. Hay un par de delivery también que te traen verduras a la casa y eso está bueno. En ese sentido estamos tranquilos con mi polola.
- Cuando pase todo esto, ¿la idea es seguir en Ecuador?
- Yo quiero seguir acá, hay que quedarse con las botas puestas como se dice. Vamos a ver qué dice el club. Estaba contento con lo mío y con el equipo. El club tiene los objetivos claros, yo vine a buscar continuidad y la estoy consiguiendo. Tengo buena relación con el cuerpo técnico. Ojalá el torneo se reanude, obviamente cuando se pueda, y volvamos a jugar.
- Ha jugado en varios países ya, ¿cree que Ecuador es un buen lugar para quedarse?
- Por ahora no me gustaría volver a Chile. El año pasado lo pasé mal porque no tuve la continuidad que esperaba en Palestino. La liga es bien amigable, entendiendo algunas cosas del juego, uno se puede adaptar y marcar diferencias. Nosotros jugamos a 3.300 metros de altitud y cuando uno le agarra la mano a eso, puede marcar diferencias. Vamos paso a paso.
- Usted se maneja en la altitud, en Cobreloa anduvo bien hace un par de años...
- Sí, en Cobreloa anduve bien, pero la altitud es diferente, acá es menos seco que Calama, por eso creo que es un poco más amigable. Estoy actuando más de volante, jugamos 4-4-2. Hay partidos que juego más atrás que adelante, pero he andado bien. Recuperé la confianza que el año pasado perdí.