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CORONAVIRUS

El lazo con el fútbol del escritor chileno fallecido por Covid-19

Luis Sepúlveda murió en España y, en una crónica de 2014 en la que además reconoció su afición por Magallanes, narró su pasado futbolero: "No jugaba mal".

Actualizado a
El lazo con el fútbol del escritor chileno fallecido por Covid-19
Piero Oliosi

Este jueves, Luis Sepúlveda no resistió más y luego de varias semanas de luchar contra los terribles embates del Covid-19 falleció en Oviedo, España. El escritor chileno se encontraba radicado hace varios años en la ciudad de Gijón, Asturias, y se contagió con el virus en un viaje a Portugal por motivos literarios.

Sepúlveda dejó un legado con obras como Un viejo que leía novelas de amor e Historia de una gaviota y el gato que le enseñó a volar, los libros con mayor alcance en la trayectoria del chileno. Nacido en la ciudad de Ovalle en 1949 y criado en la actual comuna de Independencia en Santiago, el autor nacional tuvo también un reconocido nexo con el fútbol.

"No jugaba mal"

"Cuando era un niño, o un pre-adolescente de 13 años, mi gran sueño era destacar en el fútbol y llegar a ser un día profesional de ese gran deporte. Me veía con la camiseta del club de mis amores, el Magallanes, el decano del fútbol chileno y, si todo iba bien, algún día vestiría la roja camiseta de la selección chilena. No jugaba mal", escribió Sepúlveda en una crónica difundida en la Revista Ñ de la sección Literatura en el diario argentino Clarín, durante el año 2014.

"Era delantero en el equipo infantil del Unidos Venceremos F. C., uno de los cuatro clubes de mi barrio Vivaceta, ilustre rincón de Santiago salpicado de fábricas textiles, burdeles, quilombos, boliches en los que servían vino recio, dos estadios (Santa Laura y el desaparecido Independencia) y orgullosamente proleta. Además, el barrio era cuna del (Francisco) Chamaco Valdés, que por entonces jugaba en el Colo Colo", reveló el escritor.

"Jugábamos con la clásica formación 4-2-4 (en la década de 1960) y yo solía jugar de 11 o de 10, cuando nuestro ariete, el Chico Valdés, por alguna razón faltaba. Además me correspondía tirar los penaltys y, modestamente, rara vez fallé. Por último, mi misión era defender la pelota casi en el ángulo de corner y desde ahí lanzar buenos centros a los muchachos que invadían el área enemiga", agregó entonces.

Retirado, pero fiel a Magallanes

Sin embargo, diversos episodios y el surgimiento de nuevos intereses ocasionaron que Sepúlveda abandonara esa 'carrera' de futbolista amateur en ciernes: "Dejé de jugar en el Unidos Venceremos F. C., regalé los botines a un amigo, en la cajita de cartón original, con varios juegos de estoperoles y una lata de grasa de caballo. A veces me unía a los chicos que disputaban una pichanga en la calle, generalmente con una pelota de trapo, y apenas alguno me preguntaba: '¿Y que te pasó huachito que dejaste el club?', me largaba".

Aunque la afición hacia el equipo de toda su vida en el fútbol profesional no desapareció. "Más tarde y cuando podía iba al estado a ver jugar al Magallanes, y le fui fiel, y le soy fiel a la Vieja Academia. Fiel cuando bajó a segunda, fiel cuando la mala pata le hizo descender de nuevo y terminó jugando en los potreros, fiel cuando subió de nuevo a segunda y de ahí a primera, con su infatigable bandita que toca 'manojito de claveles' y otras melodías durante los 90 minutos", indicó Sepúlveda.

Finalmente, el fallecido escritor admitió en ese entonces que "la vida es una suma de dudas y certezas. Tengo una gran duda y una gran certeza. La duda es si la literatura habrá ganado algo con mi militancia en la palabra escrita. Y la certeza es la de saber que, por culpa de la literatura, el fútbol chileno perdió a un gran delantero".