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U. DE CHILE

El refuerzo que jugó 16 minutos en la U, fue campeón y hoy trabaja como operario

“La U necesitaba un goleador y me llevó”, recuerda. Cristián Molina firmó el verano del 2004, estuvo un semestre y jugó sólo un partido. Luego partió a Indonesia donde le tocó el tsunami y se retiró a los 29 años. Hoy vive en Antofagasta.

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El refuerzo que jugó 16 minutos en la U, fue campeón y hoy trabaja como operario

En un día normal, Cristián Molina se levanta a las seis de la mañana y una hora más tarde ya inicia su jornada en un galpón de la empresa Komatsu, ubicada en la zona industrial La Negra a las afueras de Antofagasta. “Soy un operario de maquinaria, me titulé de ingeniero y trabajo reparando las palas gigantes que ocupan las mineras", explica. Afuera, lo acompaña el desierto y la pampa.

Pero su rutina no siempre fue así. Si alguien le hubiese preguntado a Cristián Molina donde estaba, y a qué se dedicaba en febrero del 2004 su respuesta hubiese sido muy diferente. “Ese verano llegué a Santiago y firmé en Universidad de Chile”, recuerda el ex delantero, formado en Antofagasta y que fue el segundo máximo anotador de la Primera B el 2003. 

Así se dio su traspaso. "Jorge Barrera me llamó un día, y me dijo que la U necesitaba un goleador. Me demoré dos segundos en aceptar. Mi primer día en Santiago llegué con mi mochila, mis vendas y mis zapatos, y de repente el utilero me pasa una canasta con ropa nueva: la ropa adidas institucional, ropa de salida, ropa de entrenamiento. Ahí caché donde estaba. El segundo choque fue en el camarín: nadie sabía quién era. “Estaba Musrri, que yo lo veía en la Tele. Herrera, que era chico, pero tenía personalidad. Al principio no tenían idea de donde me habían sacado, pero después se portaron todos muy bien conmigo".

La felicidad del recién llegado eso sí se quebró de golpe un par de semanas después. “Un lunes me llama a la oficina el técnico Héctor Pinto y me dice: vamos a ser sincero contigo. No te conozco, y conmigo no vas a jugar, búscate equipo. Se me vino el mundo abajo, quedé en shock, y no quedaba casi nada para el cierre de libro de pases. Le dije que me iba a quedar igual”:

Tuvo que luchar desde atrás, y pelear un puesto en el ataque con Sergio Gioino, Diego Rivarola, Marco Olea y Nicolás Canales. La mayoría de los partidos los vio desde la tribuna. Un par de veces fue al banco. “No me rendí. Me la jugué en los entrenamientos, en los partidos no televisados, hasta que un día ya tiré la esponja".

Hoy Molina mira todo en perspectiva, pero cree que hubo una tarde donde pudo haber torcido su historia en la U. Fue el 3 de abril del 2004. “Entré con Huachipato. Íbamos 1-1 en Las Higueras, y me llama Bigorra: yo qué onda, se debe haber equivocado. Hacen el cambio por Rivarola y hago el 2-1 al minuto. Toqué la primera pelota e hice el gol. Me pongo a celebrar, cuando veo que habían cobrado posición de adelanto. No lo podía creer. Yo miré las imágenes en la noche, y estaba habilitado. Fue la mala suerte no más".

A partir de ahí, volvió a un lugar secundario, al borde de la foto. Sin embargo, fue parte de un plantel histórico: ese semestre la U venció a Cobreloa en Calama y conquistó la 12 estrella con un penal de Johnny Herrera. Él estuvo ahí. Fue parte de ese equipo, las celebraciones y las estadísticas: jugó en total 16 minutos el Torneo Apertura.

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Indonesia, el retiro y la nueva vida 

“Yo necesitaba confianza. Quería jugar, y no me importaba dónde así que decidí aceptar una oferta de Indonesia. Hoy creo que fue error”, reconoce. Firmó en el segundo semestre del 2004 en el Persib Bundung y estaba en Yakarta el 26 de diciembre cuando se produjo el tsunami. “No era cerca, pero mi familia no supo de mí en varias horas”. El 2005 se lesionó. El 2006 volvió a Chile, pero había desaparecido del mapa. “Me llamó Antofagasta, mi club de toda la vida, y me ofrecieron cien lucas. Acepté, pero ahí supe que la historia ya se había acabado. “

Hoy Molina tiene 42 años, sigue jugando a nivel amateur en Antofagasta, y es una pequeña celebridad en los campeonatos interempresas. En medio de esos encuentros, sus amigos de vez en cuando lo molestan. “Me dicen: fuiste a la U, pero nunca jugaste. Yo les respondo. Sí, pero eso no importa. Llegué. Estuve en Primera, fui campeón con la U, jugué a estadio lleno. Cumplí el sueño que todos tienen y pocos logran. Sólo me faltó haber hecho ese gol”. 

En el fútbol están los que le va bien, más o menos y mal. Yo fui termino medio. Los que tuvieron sus lucas, pero no se pueden retirar y mirar el futuro en el sillón y con el control remoto

Cristián Molina