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Vilas fue 1

Vilas fue 1

Marzo de 1998. Key Biscayne. El mundo del tenis se inclinaba ante la irrupción de un nuevo número uno del mundo que sometía a sus rivales con un juego plagado de grandes tiros y una personalidad que no dejaba a nadie indiferente. Después de una extraordinaria secuencia de tres títulos (dos de la actual categoría Masters 1000) y la final del Abierto de Australia, Marcelo Andrés Ríos Mayorga se convertía en el primer latinoamericano en llegar al tope del ranking ATP.

El Chino, apodado también por la prensa estadounidense como el Agassi de Los Andes, rompió todos los moldes. Dentro y fuera de la cancha. En la pista con un tenis impropio de la escuela sudamericana, fuera de los courts con un desenfado e irreverencia inusuales para un joven que apenas se empinaba sobre los 21 años.

En la conferencia de prensa inmediatamente posterior a su victoria en el Súper 9 de Miami, Ríos se tomó las cosas con calma (la euforia la guardaría para un par de horas después cuando confesó que llenó la tina de su habitación con cerveza) y se armó de paciencia para responder las preguntas de una sala repleta de periodistas. Hubo momentos de colección y uno de los más recordados fue sobre Guillermo Vilas: “sólo sé que él fue 2 y yo soy 1”. Toda una provocación para la decena de periodistas argentinos que se dieron cita en el lugar… pero cierto. Vilas, pese a todo lo que ganó (62 torneos incluidos 4 grand slam y un campeonato de maestros) nunca toco la cima de la clasificación mundial.

El hecho (la postergación de Vilas, no la declaración de Ríos) motivó al periodista argentino Eduardo Puppo a buscar incansablemente una reivindicación. El historiador inició entonces una cruzada y probó con datos objetivos en 2007 que Vilas debió ocupar el puesto más alto del escalafón, en dos ocasiones, entre el 22 de septiembre y el 27 de octubre de 1975 y entre el 5 y 18 de enero del año siguiente. En total, siete semanas, una más que Ríos Mayorga. La ATP desestimó tres veces la objeción bajo el argumento de que no se puede reescribir la historia y que la organización tampoco tiene previsto recalcular los rankings de manera retrospesctiva”.

Pero Puppo y, por extensión, el propio Vilas tenían una última carta bajo la manga. Quizá no una carta ganadora porque la ATP no se moverá un centímetro de su negativa, pero sí una jugada maestra para demostrar que Willy “no merece ser número uno del mundo sino que lo fue”, como declara el propio periodista trasandino. El lanzamiento de la película-documental de Netflix “Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada” traerá aire fresco a una polémica que parecía enterrada. El mejor tenista argentino de todos los tiempos y Puppo no se rinden 45 años después del fallido arribo al primer puesto del ranking ATP.

Lo cierto es que en esa época la clasificación mundial tuvo evidentes lagunas, al punto que hubo más semanas “vacías” que actualizaciones del ranking. Este fenómeno favoreció de manera discutible a Jimmy Connors que figuró tres años consecutivos como número uno del mundo (160 semanas consecutivas) y totalizó 268 semanas en esa condición, el quinto registro más alto tras Federer (310), Djokovic , Sampras y Lendl. Siete de esas semanas debieron ser de Vilas. 

¿Cambia en algo el estatus de Ríos? No, oficialmente, el Chino puede seguir diciendo que fue 1 y Vilas 2. En la justicia de los hechos, Vilas tendría que haber liderado el circuito. Y es bueno que se sepa con detalle y en un formato ad hoc a los tiempos que corren. Lamentablemente para Willy la historia ya está escrita más allá de sus 4 majors, sus 4 finales en Roland Garros y un rendimiento en arcilla solo superado por Nadal y Borg.

La discusión seria sobre el mejor tenista latinoamericano de todos los tiempos está, aunque nos pese, entre Vilas y Kuerten, este último tricampeón de Roland Garros y número uno del ranking ATP durante 43 semanas. Ríos fue un jugador enorme, quizá irrepetible, pero es el tercero en ese podio. Nada de que lamentarse, en todo caso, porque fue el primero que tocó la cima y espejo de grandes generaciones de deportistas y jugadores sudamericanos incluido el propio Guga que se dio cuenta que era posible ser el mejor. Ese legado le pertenece al Chino y nada ni nadie puede ponerlo en duda.